Se estima que 40 millones de langostas entraron en Uganda en el mes de febrero, listas para reproducirse a una velocidad impresionante que podría multiplicarlas hasta 500 veces para el próximo mes de junio.
Las partes más afectadas del país son las del norte y el este. Ulteriormente a las intervenciones del gobierno, al principio más fatigosas y burdas, luego más efectivas, a través de los drones, se cree que el daño ha sido limitado. Pero se espera que lo peor llegue en unas pocas semanas, con la estación seca, cuando el clima favorezca la eclosión de los huevos puestos por las langostas en su primera incursión. Es de esperar otra invasión que podría llevar al país a la inanición.
“En Uganda, muchos productos se cultivan principalmente en el campo abierto y se transportan para su venta a zonas urbanas", explican los salesianos de Namugongo. Temen un aumento de los precios y la imposibilidad “de comer al menos una comida decente para los que viven con menos de un dólar al día”.
La Asociación de Visitantes de los Grandes Lagos de África (AGL) está aumentando los recursos para prestar apoyo, de manera inmediata y en perspectiva. El P. Elie Nyandwi, Director del Centro Don Bosco Children And Life Mission (CALM), explica que el compromiso actual consiste en educar a los agricultores sobre cómo se debe rociar el suelo “proporcionando equipos de rociado y productos químicos para complementar la fumigación”, para evitar que los huevos maduren.
“En un intento de evitar una crisis alimentaria – añade el P. Elie – hemos empezado a almacenar alimentos que pueden ser almacenados, como el arroz, la harina de maíz y la harina de mandioca. Estas reservas pueden ser distribuidas a las personas afectadas a través de la red de parroquias y capellanías”.
También existe el problema relacionado con la cría de animales. Las langostas comen los pastizales, y esto llevará definitivamente a la muerte del ganado.
Y los Salesianos también se preocupan por la compra de semillas y fertilizantes para ayudar a los agricultores de las siguientes temporadas a obtener una buena cosecha en el próximo ciclo.
Como tantas otras tragedias, también ésta podría haber sido al menos contenida, si no evitada: según los expertos, a principios del invierno, en los desiertos de Omán, las langostas encontraron las condiciones climáticas ideales para reproducirse, pero luego tuvieron una vida fácil porque entre el Yemen, desorganizado por la guerra, y en la región somalí de Puntlandia, bajo la amenaza de al-Shabaab, el grupo islamista extremista, no fue posible establecer ningún tipo de contraste.
Aquí también, la responsabilidad del flagelo estaba en gran medida en manos de una humanidad comprometida a dividirse e imponerse con las armas.