Khairollah, a la edad de 10 años, ya era huérfano y sabía que no tenía futuro en su país, Afganistán, devastado por una guerra interminable. Pertenece al grupo étnico hazara, que siempre fue sido oprimido.
Intentó salir de su ciudad, Helmand, al sur de Kabul, en el verano de 2009 y pasó cuatro años intentado cruzar Irán, Turquía, Grecia e Italia y, finalmente, llegó a Francia en Annecy, en julio del 2013. Su viaje está marcado por continuos retornos, siempre a merced de la violencia y el tráfico de seres humanos.
Se arriesgó a la muerte en un vehículo 4x4 repleto de personas que corrían a lo largo del borde de los precipicios. Él sabe de la sed, del hambre, de las noches heladas pasadas en las montañas, del riesgo de ahogarse en las casas improvisadas, perseguido por la policía turca y griega. Pasó largo tiempo en prisión. Llegó a Francia sin saber una palabra de francés y buscó ayuda. Finalmente, la maldición cede el paso a la suerte cuando conoció a Charbanou, un médico franco-iraní, y de los amigos que le dieron la oportunidad de aprender y estudiar.
Un maestro le preguntó a Khairollah para escribir su testimonio pasado y que lo hiciesen los compañeros de clase que son apasionados su historia.
Durante meses grabaron entrevistas a Khairollah, dividiéndose la tarea en pequeños grupos. Transcribieron el testimonio de su vida, escribiendo días y días en una casa en las montañas. Dibujaban las rutas por donde pasó, trataban de descubrir los lugares en el mapa.
Después de un trabajo intenso en equipo y de manera emocionante, publicaron el libro, titulado “Carnet d'exil, la voyage de Khairollah” (Diario del exilio, el viaje de Khairollah).
En cuanto a Khairollah, le gustaría traer a su hermano pequeño a Francia, que tuvo que dejarlo porque era muy pequeño, y lo dejó al cuidado de sus vecinos.
Fuente: Don Bosco Aujourd'hui
