Como cada 26 de agosto, se celebra la memoria litúrgica del beato Ceferino Namuncurá, este año en el 138 aniversario de su natalicio.
La peregrinación de fe más grande de la Patagonia se inició el viernes con la llegada de los jinetes que, luego de haber cabalgado cientos de kilómetros, llegaron hasta la ermita del Parque Ceferiniano para acercar sus ofrendas, su saludo y su oración frente a la tradicional imagen que se venera todo el año.
Las actividades religiosas, culturales y recreativas continuaron el sábado 24. Ese día los peregrinos llegaban en bicicleta, a caballo, en caravana de autos y a pie. Gente de varios lugares de la Patagonia, como de Gastre, de Gan Gan, de Telsen, de Trelew, de Gobernador Costa, de Viedma, de Villa Regina, de Cipolletti, de Neuquén, de Zapala. También hubo peregrinos que llegaron desde [Norte] y de Buenos Aires.
A medida que avanzaba el día, el movimiento fue creciendo enormemente. Hubo celebraciones y bautismos, además de los cientos de personas que durante todo el día pasaron a saludar al beato, tocando la escultura de madera y acariciando su poncho. Caída la noche se realizó una oración junto al fuego, animada por la comunidad mapuche. La jornada del sábado culminó con un canto a la tierra de parte de los jóvenes en el Polideportivo de Chimpay.
Las celebraciones del domingo 25 de agosto y el mensaje de Mons. Benna en la homilía
El domingo 25 las actividades se iniciaron con los primeros rayos del sol, en el cerro de la Cruz del Quinto Centenario (sobre la Ruta Nacional 22), con la rogativa mapuche. A las 9 de la mañana, la multitud de personas comenzó a peregrinar hacia el Parque Ceferiniano, al que arribaron luego de dos horas de caminata. A las 11 comenzó la misa sobre un altar que se preparó al aire libre, al lado de la ermita.
La celebración fue presidida por el obispo Alejandro Benna (Alto Valle del Río Negro), y concelebrada por los obispos Esteban Laxague SDB (Viedma) y Juan Carlos Ares (San Carlos de Bariloche), y por sacerdotes que se acercaron de distintas partes de la región y del país. Entre ellos, estuvo concelebrando el Padre Inspector de la Inspectoría Salesiana de Argentina Sur, Darío Perera SDB; su Vicario, el P. Osvaldo Braccia,SDB, junto con varios salesianos de las comunidades de la zona.
Durante la homilía, Mons. Benna expresó: “Una vez más nuestro peñi Cefeirno nos convoca, y con su ejemplo nos invita a vivir bien el momento presente. Hemos venido a renovar nuestra fe, junto con el querido Ceferino… Hemos venido con Pedro a decir: ¿Señor, a quién vamos a ir? Tú solo tienes palabras de Vida Eterna. Y esas palabras de vida eterna se hicieron en el corazón de Ceferino. (...) Y cuánta fe en el camino, viendo a tantos que vienen a caballo o en su bicicleta, o caminando de lejos. En estos días bendije a muchas personas. Y una de ellas me dijo: “Padre, hace 50 años que vengo a saludar a Ceferino”. Qué hermosa esa fe que veo en los niños que se va transmitiendo de abuelos a padres y de padres a hijos. Esa gracia que Dios nos dio a todos el día de nuestro bautismo”.
“¡Qué hermosa es la fe de ustedes! ¡Qué bien que nos hace ver tanta fe! ¡Qué hermoso que podamos compartir con ustedes y alentar para poder vivir la vida desde la fe! ¿Cuántos se han reconciliado con Dios por la intercesión de Ceferino?”, enfatizó el obispo.
Luego, hizo referencia al lema de esta peregrinación: “Ceferino, mirada atenta, corazón sensible, manos solidarias”
“Señor, como Ceferino, te pedimos una mirada atenta. Con la fe, con la esperanza, con la caridad, con la Eucaristía, con el perdón, con un pueblo que nos acompaña en el camino. Y entonces le pedimos a Dios una mirada atenta, esa mirada de Pedro que lo hace decir. ‘Tú tienes palabras de Vida Eterna’”.
“En segundo lugar, Señor te pedimos un corazón sensible. Muchas veces te dicen ‘hacé la tuya, cortate solo’. El problema del otro es del otro, los otros son descartables. ¡Ningún pueblo es descartable! ¡Ninguna persona es descartable! El consumo, la tecnocracia y las adicciones, lo único que hacen es endurecer el corazón como una piedra. Sino, miremos las guerras… Más de dos años y siguen en guerra como si nada pasara. El que muere es el pueblo… ¡Vayan ustedes a la guerra, pero no manden al pueblo! Por eso, que no me acostumbre al mal, que no me acostumbre al pecado, que no me acostumbre a la dureza del corazón y lo que hace el pecado es endurecer el corazón. Se puede morir alguien al lado tuyo y no les importa. No les importa la inflación, no les importa el trabajo de la gente, no les importa hipotecar el futuro del país, no les importa el cuidado de la tierra. Los proyectos mineros que hipotecan el agua y la tierra, se lo pedimos de corazón a Dios a través de Ceferino, ¡escuchen a la gente! Que haya un diálogo transparente. Y no hablen de audiencias públicas que son obras de teatro con actores pagos”.
Por último, le pedimos a Dios manos solidarias. El Ceferino que conocemos tiene las manos abiertas para compartir, para bendecir, para reunir, para ayudar. Qué hermosa carta nos cita nuestro Padre Obispo Esteban Laxague [en referencia a unas reflexiones previas que diversas personas escribieron para prepararse a esta peregrinación] que Ceferino le escribe a su papá, don Manuel: ‘Querido papá, algún día seré con celo y alegría para usted. Si no es en este mundo será en el otro. Nunca me olvido de usted y de la familia. Y siempre y todos los días pido al Señor que los bendiga y los libre de todos los males, corporales y espirituales’. Ceferino sufrió mucho su historia de familia, pero nunca fue una persona resentida. Por eso, la vida de Ceferino, ante una sociedad consumista, tecnócrata y descartable de personas, nos invita a una entrega por los demás. ¡Que madurando esto en el corazón y lleno de Cristo, podamos ser en nuestra vida servidores generosos de los demás”.
Si bien la actividad principal se desarrolló el sábado y el domingo en Chimpay, en la ermita donde se emplaza la imagen de Ceferino, este lunes 26 de agosto, día del natalicio y de la memoría litúrgica, se realizarán misas durante la jornada, un almuerzo a la canasta y la bendición de la torta de cumpleaños que se compartirá en comunidad.
La certeza que queda después de esta peregrinación es que esta manifestación fue, una vez más, una verdadera muestra de que, si se reza con fe, Dios obra en la vida de la gente.