La fiesta de la Inmaculada siempre ha sido muy querida para el mundo salesiano, ya que en el día en que se celebra, justo bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nació el oratorio salesiano. Este año, con motivo de esta ocasión tan significativa, el Rector Mayor eligió celebrar la Misa con la comunidad del Sagrado Corazón de Jesús, acompañado por los salesianos de la Sede Central Salesiana, en una concelebración eucarística que contó con una nutrida participación de fieles.
Durante la homilía, el X Sucesor de Don Bosco retomó la página del Evangelio del día para identificar en el diálogo entre el Arcángel Gabriel y la Virgen cuatro pasajes fundamentales que ilustran cuatro actitudes de María, de las cuales cada cristiano puede aprender algo.
- "Alégrate, María" manifiesta la alegría, que es la actitud que alegra el corazón, ya que Dios quiere que sus hijos estén siempre en la alegría, lejos de la tristeza y la melancolía. María está en la alegría porque confía.
- "No conozco varón" es la objeción natural de la Virgen sobre lo que nunca ha experimentado. En este sentido, el Cardenal reconoció la plena humanidad de María, porque es experiencia de todos, frente al plan de Dios, plantear objeciones que son preguntas saludables, en el plano natural son plausibles y lícitas.
- "Nada es imposible para Dios" desarrolla el camino: si, por un lado, es posible la objeción, el ámbito de lo imposible no pertenece al hombre, es propiedad y acción de Dios. "Él obra, él actúa, él crea", explicó el Rector Mayor.
- Finalmente, "Aquí estoy, soy la sierva del Señor" abre a la venida del Salvador y la realización del plan de salvación deseado por Dios para la humanidad. El sí de María es la condición por la cual Dios puede encarnarse, puede habitar entre los hombres. "Y también al Señor nos pide nuestro sí", agregó el X Sucesor de Don Bosco, exhortando a todos a corresponder a Dios con la misma seguridad simple y convincente de María.
Como en la tradición salesiana, la solemne celebración concluyó con un momento más íntimo y filial, en el cual el Rector Mayor y los salesianos presentes se reunieron bajo el cuadro de la Virgen dentro de la Basílica para rezar un Ave María comunitario, en recuerdo e impulso en la misión de aquel primer Ave María recitado por Don Bosco con Bartolomé Garelli en la sacristía de la iglesia de San Francisco en Turín, donde todo comenzó.