El P. Eusebio Muñoz, Delegado del Rector Mayor para la Familia Salesiana, fue uno de los más cercanos amigos y colaboradores del P. Fernández. Nacidos en la misma ciudad, en Pozoblanco, asistieron a la misma escuela secundaria y solo los separaba un año de noviciado. El P. Muñoz fue el primero en constatar su proceso vocacional misionero del P. Fernández, cuando, a principios de los años 80, expresó su deseo de ir a servir a los jóvenes africanos. Unos años más tarde, como inspector, fue siempre el P. Muñoz quien nombró al P. Fernández maestro de novicios en aquella región de África.
“Era un hombre de una bondad excepcional y de gran inteligencia, convencido de su vocación - recuerda el P. Muñoz-, y cuando estudiábamos en la comunidad de Ronda sus compañeros decían que tardaba una semana en hacer lo que se necesitaba un año para ello”.
“Una vez, mientras yo visitaba las comunidades africanas, fuimos detenidos juntos por milicianos que nos amenazaron y atacaron. Pero quiso quedarse allí y me repitió: `No voy a volver a Europa'. Y compartía todo con los jóvenes africanos: dormía en el suelo, bebía el agua de los arroyos... No había manera de cambiarlo, quería dar testimonio a los jóvenes de su donación total”.
El P. Martín Lasarte, del Dicasterio de Misiones, también tuvo la oportunidad de colaborar en varias ocasiones con el P. Fernández, para organizar algunos eventos en la Región de África-Madagascar. “Transmitió el carisma salesiano a los africanos, como maestro de novicios formó a generaciones de salesianos africanos durante 10 años. No es casualidad que la inspectoría de AFO sea autóctona”.
“Era feliz. Su vida se realizaba al servicio de los jóvenes -continúa el P. Lasarte-, el servicio y la disponibilidad eran sus rasgos distintivos. Si le pedíamos traducciones, siempre estaba listo, para organizar, preparar... Ya había dicho que sí a la petición de acompañar el Curso para Misioneros de la 150ª Expedición Misionera, en septiembre próximo”.
En 2011 también concedió una entrevista a la ANS para hablar de las dificultades sociales en Costa de Marfil. En aquella ocasión dio testimonio de su atención concreta a la población necesitada, a los refugiados, a las personas más frágiles... Y también nos habló de su compromiso personal y el de los salesianos para promover el diálogo interreligioso.
“Trabajar con él ha sido una alegría – concluye el P. Muñoz –, y como me han escrito otras personas que lo conocieron, estoy convencido de que también ha perdonado a sus asesinos”.