El motivo es la dolorosísima noticia recibida hace unas horas, en la noche, en la que me informaban que nuestro hermano salesiano Antonio César Fernández, misionero en África desde 1982, fue asesinado en el día de ayer (viernes, 15 febrero), a las 15,00 horas locales, recibiendo tres disparos durante un ataque yihadista perpetrado a cuarenta kilómetros de la frontera sur de Burkina Faso. Por fortuna, otros dos hermanos pudieron sobrevivir al asalto. Procedían de Lomé (Togo), tras celebrar la primera sesión del Capítulo Inspectorial de AFO.
Hermanos queridos, muchos días en el año recibo la noticia del fallecimiento por causas naturales de hermanos salesianos. Es la ley de la vida, y también nos llegará a nosotros. Pero cuando es así, aún con el dolor de la pérdida, damos gracias al Señor por tantas hermosas vidas generosamente entregadas en el servicio a los demás.
Pero a nuestro hermano Antonio César le han robado la vida, se la han quitado sin ningún motivo. Un hombre bueno y hombre de Dios que, como el Señor, pasó por la vida ‘haciendo el Bien’, especialmente entre su amado pueblo Africano. El P. Antonio César tenia 72 años de edad, 55 de profesión religiosa y 46 de ordenación presbiteral. Pocos meses antes nos habíamos encontrado en Burkina Faso, precisamente en su comunidad en Ouagadougou, donde era director y párroco.
Antonio César se suma a otros tantos mártires de la Iglesia de hoy en el mundo (algunos de ellos salesianos y miembros de nuestra Familia Salesiana).
Les invito a dar gracias al Señor por la hermosa vida de nuestro hermano P. Antonio César. Y también a pedirle al Padre que ayude a esta su Humanidad y Creación a terminar con estas escaladas de violencia que sólo causan daño y muerte. Y quiera el buen Dios que esta sangre, derramada en tierra africana sea semilla de cristianos, seguidores fieles de Jesús, y de jóvenes vocaciones al servicio del Reino.
Descansa en Paz querido César.
Hermanos, sigamos más unidos que nunca en el servicio al Pueblo de Dios y al servicio de los jóvenes más pobres. El mal nunca tiene la última palabra. La Resurrección del Señor nos lo ha puesto en evidencia, y se sigue haciendo realidad, aún en el dolor. Es el Señor quien transforma y hace nuevas todas las cosas.
Un gran abrazo y una oración de todos también por el eterno descanso del P. Antonio César. También nuestro cariño a su familia en Pozoblanco (España) y allí donde se encuentren, y a la querida Inspectoría de AFO en África Occidental a la que pertenecía, y a la Inspectoría María Auxiliadora en España (SMX) donde aprendió a amar a Don Bosco hasta vivir como él.
Con verdadero afecto,
P. Ángel Fernández A., SDB
Rector Mayor
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