“La experiencia de ser recibidos por gente simple, cordial y amigable, siempre disponible para ayudar, es el sello distintivo de mi estadía hasta ahora – escribe el P. Ambrose Pereira, salesiano indio que encabeza una delegación de jóvenes que llegaron de Papua Nueva Guinea. – Panamá se vistió para la ocasión con pancartas y banderas y sobre todo con un espíritu de alegría y felicidad contagiosas”.
Son precisamente los jóvenes los que más fascinan a quienes se encuentran en la calle. Son sonrientes, alegres y comprometidos. Muchos participan como voluntarios y se prepararon con gran entusiasmo: al igual que Jenica, una joven estadounidense que guía a los grupos de peregrinos durante los diversos momentos de la JMJ: catequesis, reuniones con el Papa, celebraciones...
Otros, simplemente transmiten su entusiasmo a todos los que conocen. Al igual que Adriana y Juan, ambos panameños, expresan a sus compañeros: “No pierdan la felicidad y el deseo de mostrar al mundo que con Cristo podemos tener éxito en cualquier meta que nos pongamos – y dice algo más –Bajo ninguna circunstancia pierdas la esperanza, porque Dios siempre tiene un plan para cada uno”.
Mientras esperaban las grandes reuniones con el Papa, muchos jóvenes pasaron los primeros días de la JMJ visitando la Feria Vocacional en el Parque Omar, profundizando el camino del discernimiento en sus vidas.
En el parque del “Perdón”, otro lugar simbólico, allí se colocan 250 confesionarios y los jóvenes hacen largas colas, a pesar del calor, para acercarse al sacramento de la Reconciliación. “La búsqueda de una vida seria de fe es evidente”, continúa Don Pereira.
La Misa de apertura de la JMJ, que fuera celebrada el martes 22, fue presidida por Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, OSA, Arzobispo de Panamá. El arzobispo resumió el significado de la JMJ: “Como peregrinos, compartimos el encuentro personal y vivo con el Señor, unidos a todos los jóvenes del mundo que agregan su riqueza de cultura, tradición y experiencia. Celebremos la gloria de Dios profesando una fe en muchos idiomas, para glorificar a Dios a través de la oración, el amor, el perdón y la comunión con todos”.