“La santidad es un don, un mandamiento y una misión. La santidad es para todos, porque corresponde al proyecto fundamental de Dios sobre nosotros. Ser santo no es enajenarse de sí mismo o alejarse de los propios hermanos, sino vivir a sí mismo en una intensa (ya veces penosa) experiencia de comunión – explica el Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime – La santidad no tiene nada que ver con una teoría… sino con algunas características de la vida de Jesús que son cercanas, concretas, bellas, apasionantes para cada uno, en las que quizá las personas no piensen nunca o piensen poco”.
La santidad, por lo tanto, debe ser vivida en el cotidiano, como lo han hecho muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia, aunque solo algunos de ellos han sido reconocidos como santos por la Iglesia.
Este es un punto clave y fundamental del Aguinaldo 2019. Este mensaje del Rector Mayor trata de la importancia de ser santos, no de ser declarados santos. “Los santos canonizados son como la fachada de la iglesia; pero la iglesia contiene tesoros mucho más preciosos en su interior, que, sin embargo, permanecen invisibles”. Esta parte interior, menos visible, es aquella que la Aguinaldo quiere invitar a descubrir.
Así, el Aguinaldo 2019 habla de la necesidad de ser santos con los jóvenes. En cierto sentido, es totalmente lógico que Domingo Savio haya sido el primer canonizado después de Don Bosco, es decir, los frutos de la santidad de los Salesianos son los jóvenes santos, y la santidad de los jóvenes es como el indicador de la santidad de los miembros de nuestra Familia Salesiana.
El texto del Aguinaldo se reafirma que la santidad no aleja a la persona de sus deberes o intereses. La santidad no es un objetivo solo para algunos. Es la vida plena, según el proyecto y el don de Dios. Es, por lo tanto, un “camino de profunda humanización, como lo es toda auténtica experiencia espiritual”.
La santidad no es para “los mejores” o “los más preparados”, pues “la santidad es participación en la vida de Dios”.