“Ver a las minorías violentas en acción no es algo nuevo. Ver a los saqueadores que aprovechan el caos para robar y confiscar bienes tampoco es nuevo. Pero ver a todos estos hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes, unidos bajo el nombre de 'chalecos amarillos' en una escalada de violencia, es un hecho nuevo. Y es desastroso para las nuevas generaciones.
Frente a la violencia
Como educador salesiano, especializado en trabajar con jóvenes en dificultades, a menudo me he enfrentado a la violencia, individual o colectivamente. Por esta razón, dos puntos fuertes de mi trabajo como educador siempre han enseñado a los jóvenes a expresar su incomodidad en lugar de expresarse a través de actos violentos y a alentarlos a respetar la ley, que prohíbe el uso de la violencia como una modalidad o como una acción concreta.
Por una cultura de diálogo
Me siento consternado cuando veo que estas personas con “chalecos amarillos” usan la violencia para expresar su enojo en lugar de trabajar juntos para desarrollar una serie de solicitudes que deben transmitirse a las autoridades políticas. Temo que estos adultos hayan perdido de vista su misión educativa a las generaciones más jóvenes.
En los últimos siglos, en Francia, se ha extendido la idea de que solo una lucha violenta puede llevar a la afirmación de los derechos, pero hoy estoy convencido de que debemos vivir en una cultura de diálogo en lugar de violencia. Y es importante llevar este mensaje a todos los jóvenes.
Al mismo tiempo, los líderes políticos elegidos democráticamente no deben olvidar que escuchar a sus conciudadanos debe ser siempre su primer deber. ¿No es esta la única salida posible de esta crisis que conduce a una violencia tan violenta?
El reto de la paz y la fraternidad.
El camino que tenemos que recorrer con los jóvenes de hoy es el de la educación, es enseñarles a alentar siempre la escucha y el diálogo en lugar de la violencia.
Solo así podemos avanzar en la causa de la paz y de la fraternidad.
Fuente: Don Bosco Aujourd'hui