Las cartas nos hablan de la vida muy íntima de las personas, y en la misiva del Presidente, se expresa con sencillez y con profundidad, de la misión del P. Nicoló. El Presidente describe las características profundas de lo que debe ser y hacer un sacerdote. “Una valiosísima tarea que lideró durante tantas décadas representa sin duda, el mejor ejemplo de espíritu cristiano y de los valores más nobles de la humanidad”. Sin duda, el recuerdo queda en tantos miles de jóvenes que hoy lloran la partida.
En el P. Nicoló la gratitud al trabajo realizado por décadas al servicio de los jóvenes desfavorecidos. “Por esta razón, los sentimientos de gratitud y aprecio que supo despertar en el corazón de los Colombianos - escribe el Presidente - y en especial de sus hijos, como él los llamaba, nos acompañarán para siempre”.
El padre Nicoló trabajó por más de 40 años para garantizar y fortalecer los derechos de las poblaciones más vulnerables de la ciudad. En su trabajo con el Idipron, se calcula que más de 45 mil personas se rehabilitaron y formaron.
Incluso el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa manifestó: “Lamento muerte del padres Nicoló, maravilloso ser humano que dedicó su vida a atender a nuestros niños y jóvenes vulnerables”.
El sacerdote Javier de Nicoló llegó a Colombia desde Italia, huyendo de la Segunda Guerra Mundial, en 1948. Fue misionero, primero, y luego pastor en la cárcel de menores. Desde entonces enfocó sus fuerzas al rescate de aquellos que viven en la calle, la mayoría, consumidos por la droga.