El mes de septiembre se desarrolló el encuentro de obras en contextos vulnerable. Referentes de distintas presencias salesianas del país se reunieron para formarse y compartir las prácticas concretas. Una de las reflexiones fundamentales fue el estudio del Sistema Preventivo de Don Bosco desde una perspectiva que los mismos participantes calificaron como novedosa y esperanzadora.
Y no faltaron los momentos fraternos de búsqueda y reflexión en torno a las vivencias propias. Uno de los elementos claves de este encuentro se puede sintetizar: “No pierdan el amor de Don Bosco por los jóvenes. Podemos modificar estructuras pero el amor a los muchachos es inmutable”.
Durante la evaluación final, los 20 referentes tuvieron la oportunidad de expresar alguna valoración: “Gracias a los Salesianos, su corazón late como el de Jesús Buen Pastor. Y a la vez, como el de ese padre que se mete a trabajar en la villa“. “Conocer otras partes de la Obra de Don Bosco me anima a seguir creciendo, pensando en lo que podemos hacer y también valorar lo que tenemos en el oratorio”. “Ese muchacho no es más aquel que se drogaba. Es una persona con nombre, con apellido, con edad, con una historia. El desafío ahora es hacer realidad en nuestras comunidades para que no quede en letra muerta”.
“No perder el amor de Don Bosco por los jóvenes”, no son simples palabras, sino que son experiencias y sobre todo cambio de mentalidad y de vida al servicio de los jóvenes. El corazón de Don Bosco latía por los jóvenes. Escribiría Don Rúa en 1894: “Don Bosco, no dio un paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesó fueron las almas”.
Es genial la respuesta del santo cuando la marquesa Barolo lo pone ante la alternativa de dejar el Oratorio o la Obra del Refugio, Don Bosco no duda ni un instante. Su opción es muy clara: “He consagrado mi vida al bien de la juventud”. Su vida son los jóvenes y a ellos se consagra.