Los más sorprendidos - ha narrado el P. Renato - fueron los sacerdotes que concelebraron, ya que la pareja estaba al tanto de la elección del Papa Francisco. “Nunca en mi vida hubiese pensado que al entrar en la sacristía de una capilla del Vaticano, el Papa se encontrase sentado, sonriente, feliz, alegre, muy natural. Fue él mismo quien tomó la decisión de presidir este matrimonio”, testificó el salesiano.
Inicialmente estaba previsto que la celebración habría presidido el capellán de la Guardia Suiza, y por eso los sacerdotes en la sacristía comenzaron a dialogar si el Papa había llegado por cuenta propia para dejar “una pequeña palabra o un mensaje a la pareja…, pero grande fue el asombro al ver que el Santo Padre estaba allí para presidir la celebración”.
Esta es la elección que el Papa había hecho, caracterizado por una actitud de “serenidad interior, y sencillez”, refiere el salesiano. Estos son los signos evidentes de la atención del Papa a “las ovejas de su parroquia, como un verdadero cura”.
“Estas celebraciones las realizaba a menudo cuando era párroco, como obispo e incluso como cardenal en Buenos Aires, pero aquí, en el Vaticano, es la primera vez que veo personalmente que realiza un matrimonio”, dijo el P. dos Santos.
En su homilía, como de costumbre, el Papa presentó tres palabras claves: “Empezar”, en referencia a la nueva vida que inician como pareja, “Detenerse”, en las fases difíciles, para tener el valor de mirarse a los ojos y perdonarse a sí mismo; y “Reanudar el viaje”, decidiendo seguir amándose el uno al otro.
Al final de la celebración, el P. Renato dos Santos comentó al Santo Padre: “¡Qué nostalgia de aquellos tiempos cuando estaba en una parroquia!”. Y el Papa Francisco respondió rápidamente: “¡Es precisamente por lo que vine aquí!”