La red por esencia es un espacio dinámico en constante movimiento y transformación, compuesto de otras redes de redes; de tipos y formas tan diversas que básicamente tienen el objetivo de provocar el encuentro: entre personas, de grupos con intereses similares, intercambiar contenidos de “todo tipo”, crear espacios lúdicos, etc.
El mundo digital es fruto de una convergencia asombrosa entre la técnica y la ciencia que ha transformado radicalmente nuestras vidas y nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos.
En este nuevo planeta cada segundo se inscriben nuevos residentes, con nuevos contenidos y con nuevas formas de asociación.
Este territorio rápidamente ha sido colonizado por niños y jóvenes; ellos se han adentrado sin temores ni prejuicios buscando satisfacer necesidades: de compañía, de afecto, comunicación y encuentro. Se ha comprobado que son actualmente más de 800 millones de menores que utilizan asiduamente la red en todo el mundo.
Desgraciadamente es en relación con los menores donde Internet presenta su faceta más oscura originando nuevas y graves problemáticas a escala mundial: la pornografía infantil, (‘trolling’), el ciber-acoso (‘cyberbullying’), el chantaje sexual (‘sextortion’), el ciber-engaño pederasta (‘grooming’) o la difusión indiscriminada de la pornografía (‘sexting’) y el tráfico de menores, especialmente de niñas.
Estas situaciones se han propagado de manera explosiva sobrepasando las instituciones sociales y causando daños profundos en el tejido social, moral y ético. Un estudio de la Unión Europea dice que en éste continente el 20% de menores de 18 años ya ha sufrido algún tipo de violencia sexual en la red.
Para la Iglesia este es un tema difícil de enfrentar por razones históricas, sin embargo el Papa, invita partir desde dentro exigiendo cero tolerancia en nuestras comunidades, y enfrentar sin miedo y con decisión cualquier tipo de abuso contra la dignidad de los menores; también se debe comenzar a hablar de la problemática sin aprensiones y a partir de datos concretos, buscando formas de prevención cada vez más eficaces y concretas en nuestras comunidades, pero sobre todo formar a educadores y padres de familia.
Se debe abandonar una visión sesgada y dejar de pensar que es un problema que corresponde solamente a instituciones especializadas y no ser ingenuos pensando que los algoritmos informáticos pueden ser filtros eficaces que mantendrán a los chicos lejos de estos peligros.
Proteger la integridad física y sociológica de los menores es una tarea que implica la cooperación de todas las instituciones, comenzando por la familia y padres de familia que atentos, están invitados a abrir espacios de dialogo con sus hijos para tratar estos temas.
Cuando pensamos en Don Bosco recorriendo las calles de Turín buscando salvar a jóvenes de los peligros morales, creando escuelas, acudiendo a los dadores de trabajo y escribiendo a las autoridades; nos viene de manera natural la pregunta sobre qué haría Él hoy en este nuevo escenario; qué iniciativas surgirían en su corazón de padre y pastor de almas, después de leer las noticias que nosotros leemos y que nos hablan de violación y extorsión de menores en la red y que son tratados como mercancía y se reducen a simples objetos en uso y a la venta.