Arthur tiene 17 años y no recuerda exactamente cuándo salió de su país, Ghana. Es el primero de los tres hermanos. Tiene dos hermanas pequeñas y un padre que es ciego, a causa de un robo que había participado - pero que no cometió - y es buscado por la policía local. Entonces decidió emigrar.
Varias veces en las aduanas lo han detenido y lo han maltratado pidiendo dinero. Con dificultad logró llegar a Sebha (Libia). Atacado con un palo ardiente le quemaron el brazo. Antes de partir hacia Trípoli fue tomado nuevamente y encerrado en una habitación, mientras se le somete a violencia, llamaron a sus familiares para escuchar y pedir un rescate. Uno de los tíos hizo todo lo imposible para entregar $1,000. Luego de este problema, Arthur dejó Trípoli a bordo de un pequeño barco con 120 personas. “Si no nos poníamos en fila y no éramos veloces nos mataban - comenta aterrado - Dos personas murieron debido a que no respetaron las reglas”. Después de varios días de viaje llegaron A Pozzallo (Italia). Para Arthur, llegar a Italia fue el inicio de una nueva historia.
Gracias a los benefactores del centro de Camporeale, estos jóvenes pueden vivir en un lugar seguro, tener comida y ropa, llamar a sus familias, hablar con un educador. Han iniciado un curso de alfabetización temprana y en la actualidad participan de las actividades recreativas.
Los menores extranjeros no acompañados en Italia son una presencia constante. Se estima que en 2015 han llegado alrededor de 10.000. A más de la mitad de estos menores se les ha perdido de vista y están en riesgo de explotación, de la trata e personas, de la privación de libertad. Ante esta situación los responsables de “Salesiani per il Sociale”, actualizando el trabajo de la obra de Don Bosco: “dar más a los que menos tienen en la vida” y respondiendo a los llamamientos del Papa Francesco y del Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime, decidieron ampliar la red de acogida con el establecimiento de una nueva comunidad en Camporeale.
