En 2016 atendió a más de 450 niños y jóvenes, y logró más de 80 inserciones laborales. Pero más allá de los números hay historias humanas y reales que ayudan a entender mejor la labor de estos guardianes del legado social de San Juan Bosco.
María es el nombre ficticio de una joven orotavense de 23 años de edad, sin estudios ni trabajo, madre de una niña de tres años, que vivía en la casa de la familia de su pareja. Los Servicios Sociales la remitieron a Proyecto Don Bosco y allí inició un proceso formativo. Ahora trabaja en un hotel.
Mohamed no es su nombre real, pero es saharaui. Ahora tiene 25 años, pero llegó a Canarias en patera cuando aún era un niño. Vivía en un centro de menores, pero al cumplir 18 años se quedó en la calle y con problemas judiciales llegó a vivir al piso de Don Bosco. Se formó como camarero y realizó prácticas no laborales. Ahora trabaja como camarero. Su vida ha cambiado.
El protagonista de la tercera historia real podría llamarse Pablo. Es un tinerfeño de 5 años de edad. No hablaba con nadie. Tampoco articulaba palabra en el colegio. Su madre fue víctima de violencia. Tres meses después de llegar al servicio, sonrió por primera vez. Hace muy poco, celebró su quinto cumpleaños. Está integrado y participa como un niño más. Ha recuperado la palabra y la sonrisa.
Las Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O) facilitan a jóvenes de 15 a 29 años, sin empleo ni formación, un modelo pedagógico original basado en una formación innovadora, experiencias prácticas en vinculación con el mundo empresarial, y un apoyo a todas sus necesidades sociales.
La Fundación Proyecto Don Bosco lleva el nombre del santo realiza un intenso trabajo con niños y jóvenes del Valle, a los que ofrece presente y futuro y cambiar vidas de niños, adolescentes y jóvenes.
Fuente: ELDIA.es