Los fondos de los benefactores se utilizaron para la compra de equipos de formación para los centros salesianos de ambas comunidades. Las donaciones beneficiaron a ochocientos ochenta jóvenes, entre los cuales ciento treinta eran mujeres jóvenes, de edades comprendidas entre los dieciséis y los veinticinco años, de las regiones de Kankan y Nzérékoré. Los estudiantes provienen de familias con un bajo nivel educativo que se ganan la vida principalmente a través de la economía de subsistencia.
Un salesiano activo en Guinea contó: “Gracias a los equipos adicionales disponibles, los dos centros ‘San Juan Bosco’ pudieron aumentar el número de aulas donde los jóvenes pueden recibir formación. Esto permitió ofrecer formación a un número aún mayor de jóvenes. En Siguiri, pasamos de sesenta y un estudiantes en 2022-2023 a cien estudiantes en 2023-2024; mientras que en Kankan crecimos de ciento sesenta y cinco estudiantes en 2022-2023 a ciento ochenta y un estudiantes en 2023-2024. Este proyecto ha sido un gran éxito”.
Uno de los estudiantes beneficiados es Emmanuel, quien asiste a la formación profesional en el centro de Siguiri. “La razón por la que vine al centro –contó– es que reprobé la escuela secundaria. Intenté varias veces, sin éxito, presentar el examen de acceso al bachillerato, aunque ya había tenido dificultades para llegar al último año de la secundaria. Sin embargo, mis compañeros de clase y mis padres me aconsejaron seguir un curso de formación profesional. Decidí escucharlos, decidí seguir la formación en electricidad para la construcción y ahora estoy en el segundo año”.
Emmanuel considera que la formación profesional es importante. Y añade: “Mi consejo para mis compatriotas guineanos es decirles que la formación profesional tiene muchas ventajas. Estudiamos para adquirir habilidades y un título técnico que las empresas demandan. Podemos encontrar trabajo, pero también iniciar un negocio propio y trabajar de manera independiente para ganarnos la vida. Por eso, animo a mis compañeros, porque hoy puedo decir que estoy orgulloso de hacer formación profesional”.
A pesar de su enorme potencial humano y natural, la República de Guinea es uno de los países más pobres del mundo. En el noreste del país, alrededor del 74% de la población vive en condiciones de extrema pobreza. En otras zonas, muchos se dedican a la agricultura de subsistencia y al trabajo en el sector informal, ya que las personas no tienen las competencias necesarias para el mercado laboral formal.
La falta de perspectivas, pero también las violaciones de derechos humanos y las tensiones étnicas, han empujado a muchos guineanos a emigrar. En los últimos años, de hecho, el número de solicitantes de asilo originarios del país ha aumentado considerablemente en Europa.
Fuente: Mission Newswire
