Hola, Mouzinho, ¡preséntate!
Me llamo Mouzinho Domingos Joaquim Mouzinho, vengo de la Visitaduría Salesiana de María Auxiliadora en Mozambique y soy un salesiano coadjutor.
¿Qué te inspiró a elegir ser misionero?
Lo que me impulsó a ser misionero es el hecho de que reconozco que he profesado en la y para la misión salesiana, cualquiera que sea. No he profesado para mi Inspectoría, sino para la Congregación. Esta conciencia tocó mi corazón y me llevó a ponerme en las manos de toda la Congregación, en la persona del Rector Mayor, para que me enviara donde tuviera necesidad de mí.
¿Estás feliz con el lugar al que te diriges? ¿Tienes miedos o preocupaciones respecto al nuevo lugar, la cultura y la gente?
Estoy más que contento con el lugar al que he sido enviado, Albania, porque es un país que no tenía en mente, y es allí donde cobra sentido la motivación de mi vocación misionera, en el lugar donde Jesús me llama a encontrarme con él, en el pueblo albanés, especialmente en los jóvenes. Veo este destino como el lugar donde Jesús me espera para estar en mí, y para que yo esté en él y transmita su amor con mi vida. Dará sentido a sus palabras en Lucas 14, 25-33 (“Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”). Por eso, no tengo miedo. Lo confieso: estoy feliz.
¿Cómo reaccionaron los miembros de tu familia, tus amigos y tus hermanos cuando les hablaste de tu vocación misionera?
Los miembros de mi familia son cristianos y acogieron serenamente mi vocación misionera, al igual que lo hicieron cuando les hablé de mi vocación como religioso consagrado salesiano. También la reacción de mis hermanos de la Inspectoría demostró cuánto me aman y me alentaron casi con las mismas palabras: “Tu partida en misión ad gentes, ad exteros et ad vitam es una semilla para el crecimiento de nuestra Visitaduría”; y “Nuestra Visitaduría ofrece a la Congregación lo mejor que tiene para la misión”. Fue una reacción muy significativa para mí, porque a través de ella comprendí cuánto me quieren en mi Inspectoría de origen. Así que agradezco a Dios y lo alabo.
¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
Mi proyecto y mi sueño para mi vida misionera son los mismos que me llevaron a emitir los votos en la Congregación: sueño con ser siempre más un signo y portador del amor de Dios a la gente, especialmente a los jóvenes, para que puedan encontrar en mi vida el rostro y el amor de Jesús.
¿Tienes en mente algún modelo de gran misionero cuyo estilo de vida te gustaría seguir?
Sí, por ejemplo, el venerable Simón Srugi, en su profesión como enfermero, fue un ejemplo para personas que ni siquiera eran cristianas. Lo que me impresiona de él es lo que decían los musulmanes: “Srugi tiene la mano de Alá”; esto me conmueve: no fue necesario detenerse en el ambón para que los musulmanes vieran a Dios en él. Simón Srugi es el modelo. ¡Ojalá yo pueda ser un signo y un portador del amor de Dios para las personas que encuentre en Albania como él lo fue en Palestina!
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes respecto a la elección y la vocación misionera?
Jóvenes, Dios está con nosotros cada segundo, minuto, hora y día; de hecho, toda nuestra vida es una experiencia con Dios. Les aconsejo que presten mucha atención para darse cuenta de las maravillas que Él trae en cada momento de su experiencia con nosotros. No tengan miedo de escribir su historia con Dios. ¡Escríbanla!