Por: Gian Francesco Romano
Padre Mantovani, ¿qué significa el encargo de presidente de la CRUPR?
El Presidente, junto con el vicepresidente y el secretario general, coordinan las actividades de esta Conferencia de Universidades. La tarea es promover la colaboración entre las Universidades Pontificias de Roma y los representates en reuniones de asociaciones internacionales de las Universidades, en los Dicasterios del Vaticano, en el Gobierno Italiano, en la Unión Europea... Especialmente colabora con la Congregación para la Educación Católica y con la Agencia de la Santa Sede para la Evaluación y Promoción de la calidad en las instituciones académicas universitarias.
¿Cuál podría ser la contribución específica de un salesiano en este encargo?
Tenemos como tema crucial de nuestra propia educación universitaria, la atención al mundo juvenil. Creo que de esta manera podemos ofrecer una contribución particular a la reflexión sobre la formación, la identidad, las tareas de la Universidad en relación con los jóvenes. Además es un momento especial en el que el tema juvenil será parte de la reflexión de parte de la Iglesia, pues el tema de los jóvenes en el próximo sínodo de los Obispos y de toda la sociedad, tiene una nueva atención a la emergencia educativa.
¿Cuáles cree usted, son los principales retos que debe afrontar la CRUPR?
Ciertamente, existe la promoción de la oferta formativa específica de la formación de las Universidades Pontificias: cultivar el "nuevo humanismo" que requiere un profundo diálogo de disciplinas, desde la teológica a las humanidades y las ciencias sociales. Se trata de transmitir el aporte cultural que las Universidades Pontificias pueden ofrecer.
Otro tema que seguirá con interés se refiere al reconocimiento de los títulos Pontificios en diferentes países, entre ellos Italia.
No se puede olvidar el trabajo de cooperación entre las universidades, especialmente en vistas de la realización, por cada institución de sus fines específicos. En la práctica, el objetivo es trabajar para lograr la oferta formativa más coordinada, en el que cada una de las Universidades Pontificias ofrece a otras, a la Iglesia, al mundo de la cultura y a la sociedad; aquello que es característico, tal vez, cuando sea posible, evitando redundancias y favoreciendo la colaboración integrada y profundizando la investigación.