Particularmente significativa fue la Eucaristía que el Rector Mayor presidió ante las FMA de Perú. En un clima de gran fraternidad, refiriéndose a las lecturas proclamadas durante la Misa, el 10º Sucesor de Don Bosco subrayó que “toda la historia de la salvación es una historia de esfuerzo y de cansancio”; un camino largo y complejo, con pasos hacia delante y hacia atrás, que contiene una promesa, pero que también tiene que hacer frente a una realidad muy dura, compuesta por la esclavitud, el hambre, el exilio, la guerra…”.
“Y sin embargo el pueblo de Dios sigue adelante”. Por esta razón, el padre Ángel, señaló que aún hoy “debemos tener esperanza porque, como dice Isaías, es Dios quien nos sigue guiando”.
El Rector Mayor estableció entonces una comparación entre la situación del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento y su audiencia, integrada por las FMA y algunos salesianos: también los consagrados hoy pueden encontrar el desánimo y el pesimismo, recordando cuando florecían sus congregaciones y la vida religiosa, con vocaciones, mientras que hoy tienen que hacer frente a numerosas dificultades y números muchos menores…
Sin embargo, el Rector Mayor recordó una famosa expresión suya, pronunciada desde el inicio de su rectorado: “Está prohibido quejarse”, porque “el Señor está presente entre nosotros, entre su pueblo”.
La elección es, por tanto, entre "Vivir para sobrevivir, o vivir con esperanza: hacer como el pueblo de Dios, que movido por la fe, da la única respuesta posible y significativa: la entrega a Dios".
Esto no excluye, al contrario, exige expresamente el compromiso personal: “tener inteligencia humana para hacer lo que hay que hacer, como por ejemplo mantener vivo el carisma en las obras salesianas”. Y no ceder al pesimismo, “un fenómeno humano que es necesario combatir”. El Rector Mayor invitó a tener ojos claros, capaces de ver cuántos milagros Dios sigue realizando. Contó así, un episodio de un exalumno salesiano que conoció en los últimos días: madrugando, se acercó a él sólo para decirle: "Gracias, Don Bosco me salvó, me cambió la vida".
Finalmente, pensando en la situación sociopolítica del país, y en los problemas mundiales como la corrupción o la desatención al bien común, recordó la importancia de que los religiosos eduquen en la justicia social y la sensibilidad hacia los pobres.
“Fue un verdadero encuentro de familia y de alegría salesiana”, comentaron las FMA de Perú al describir el evento.
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