Me siento feliz por la estupenda reflexión que nos ha ofrecido el Dicasterio de la Formación sobre el “Salesiano Coadjutor” y estoy reflexionando particularmente en su “carácter laico”, que sugiere dos argumentos que, según mi opinión, deben ser repensados.
Primero: me agrada que se tome en consideración la seria reflexión de Don Viganó. Sería conveniente explicar mejor qué significa hoy “Religioso Laico” desde este punto de partida, cuando traducimos el Evangelio en estilo de vida y esta vocación específica da una respuesta a muchos temas y valores seculares, a los desafíos y a las necesidades del mundo de hoy, y especialmente a los jóvenes. Veo que nuestra reflexión toma en consideración también la relación mutua, bidimensional, entre el Salesiano Coadjutor y los laicos (colaboradores en la misión). Esta relación es muy importante para el presente y para el futuro desarrollo de nuestra misión y de nuestro trabajo.
Segundo: respecto a la situación de las vocaciones en nuestra Congregación, a mi parecer debemos presentar más la figura del Salesiano Coadjutor como un modelo para la juventud de hoy. El Salesiano Coadjutor es como un ‘YOUCAT Salesiano’ de hoy (conocer, compartir, encontrar, expresar). Esto significa que él es la expresión real del catecismo, puesto en práctica en todas las acciones del día. De aquí se deduce que él es el actor viviente del Evangelio y de los valores éticos y morales salesianos (profecía de dimensión laica).
Cuando pensamos en el Salesiano Coadjutor, me viene a la mente la metáfora o la parábola del agua: el Salesiano Coadjutor es como el agua, con su capacidad de extenderse, de reducirse para infiltrarse en toda estructura y lugar. De este modo el Salesiano Coadjutor puede entrar en cualquier realidad o espacio juvenil. De este modo, el Coadjutor puede también hacer surgir una espiritualidad desde estos espacios ‘difíciles’ en los que trabaja, aportando esperanza y salvación.
Sí, el Salesiano Coadjutor es una figura capaz de ofrecer una aportación continua a la renovación y a la mejora de la Congregación y de la Iglesia. El Salesiano Coadjutor es también un puente entre la realidad religiosa y la secular, porque de su papel nace la posibilidad de abrazar la diversidad de nuestro mundo de hoy, sin prejuicios sobre ninguna cuestión actual. Ser un Salesiano Coadjutor debería estimularnos de modos diversos para ser constructores de comunidad a través de la fraternidad, a ser signo de cooperación en la dinámica espiritual y también en el trabajo diario.