En el transcurso de los 5 días, diferentes animadores dictaron talleres de: planificación pastoral, Biblia, animación salesiana y “salesianos comprometidos”. Además, procuraron espacios de reflexión y diálogo “en comunidades” y a nivel personal, lo que fue muy valorado y agradecido.
“Me quedo con muchos talleres, contenidos, técnicas, ideas más desarrolladas gracias a todo lo que nos fueron enseñando”, rescató Giuliana Cafferata, catequista correntina. “Me quedo con realidades nuevas que nos fueron compartiendo, sobre todo esto que absorbí: todas aquellas situaciones que vivimos en las casas, en el patio, en el barrio, son las que nos llevan a ser animadores. Y compartirlas, nos fortalece”.
Elena Pedraza, de Chaco, definió a este Soñador como “una explosión de emociones”, en la que cada momento caló hondo en el corazón, de una forma nueva; en la que resaltó la alegría que nos identifica como salesianos. “De la mano, estuvieron presentes también el amor, por los pibes, por el servicio; y la tristeza. Tristeza causada, tal vez, por el peso de nuestras cruces y también la tristeza del adiós. Despedirse de las personas especiales que pudimos conocer no fue fácil. Con la esperanza de un reencuentro, dije adiós a esta hermosa experiencia.
Gracias Soñador 2023”.