Escuchar con el corazón
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27 Mayo 2022

La mirada atenta de una madre al lado de su bebé hace que ella responda de inmediato con un suave toque o caricia al menor llanto o movimiento del pequeño. Este es quizás un buen ejemplo de lo que significa escuchar con el corazón. La madre siente lo que el bebé necesita.

Escuchar con el corazón es la experiencia de una persona noble, amorosa y compasiva. Mirando a nuestro alrededor, vemos millones de personas sufriendo en silencio todos los días. Todos quieren ser escuchados. Pero el caos, tantos ruidos y el estruendo han causado mucha sordera interior y solo escuchamos algunos sonidos. Hemos perdido la capacidad de empatizar, escuchar y sentir.

El llamado a escuchar con el oído del corazón es la invitación que hace el Papa Francisco para la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones, que se celebra, como cada año, el Domingo de la Ascensión (28 de mayo de 2022). Pero, ¿realmente estamos escuchando? ¿Cómo podemos escuchar con el corazón?

Hay caos dentro y fuera de nosotros

La falta de escucha aflige a nuestro mundo en todos los niveles: desde los conflictos internacionales masivos -como la amarga guerra que se está librando en Ucrania- hasta los interminables conflictos comunitarios, sociales, de castas, religiosos... que azotan a muchos países. Lo vemos en todas partes.

El aumento vertiginoso de las separaciones entre cónyuges y familias es también una prueba de cuánto nos está costando nuestra negativa a escuchar, a nivel individual, familiar, social e internacional. A modo nuestro muchos de nosotros somos sordos a los gritos de quienes nos rodean. Nos hemos entorpecido por el ruido, nos hemos insensibilizado a los sollozos de angustia, demasiados para contarlos y nos hemos vuelto sordos, tanto externa como internamente. De hecho, cada uno de nosotros vivimos en nuestras pequeñas tumbas de silencio y nos sentimos cada vez más cómodos con la quietud mortal que habita dentro de nosotros. Me vienen en mente los profundos versos de la legendaria canción de Simon & Garfunkel "The Sound of Silence":

And in the naked light I saw

Ten thousand people, maybe more

People talking without speaking

People hearing without listening

People writing songs that voices never share

No one dared

Disturb the sound of silence...

[Y en la luz brillante vi

Diez mil personas, tal vez más

Gente que conversaba sin hablar,

Gente que oyó sin escuchar,

Personas que escribieron canciones que esas voces nunca compartirán

nadie se atrevió

a perturbar el sonido del silencio]

Una interesante analogía de nuestro tiempo: hablar sin escuchar, comunicar sin hablar y oír sin escuchar.

La necesidad universal de escuchar

El Dr. Ralph Nicols, considerado el padre del campo de la escucha, dijo: “La más básica de todas las necesidades humanas es la de comprender y ser comprendido. Y la mejor manera de entender a las personas es escuchándolas”.

Este año, en línea con el tema de la escucha, el Papa Francisco nos invita a escuchar con el oído del corazón.

¿Por qué es tan importante este tipo de escucha? que significa realmente? En la teoría de la comunicación, el acto comunicativo se completa solo cuando se comprende el mensaje. Enviar simplemente un mensaje, decir algo, escribir algo no es comunicación. La comunicación es un proceso bidireccional y tiene lugar sólo cuando el “ciclo” se completa.

Cuando no logramos escuchar y conectarnos verdaderamente, permanecemos como islas, desconectados y separados unos de los otros. Y hoy corremos el riesgo de no ser más una sociedad, sino una mera colección de individuos que luchan sus batallas en soledad y aislamiento.

No hay nada más trágico que esta falta de escucha y conexión, porque es para lo que fue diseñada nuestra naturaleza fundamental. Y si no estamos dispuestos a escucharnos unos a otros, no hay forma de escuchar a Dios.

Por qué no podemos escuchar con el corazón

Hay varios motivos por los que no logramos escuchar. Aquí algunos de ellos:

Estamos demasiado ocupados con nuestros pensamientos, sentimientos, necesidades y deseos.

Tenemos miedo de invertir tiempo, nuestro don más precioso. Se ha dicho que la verdadera prueba del amor es la voluntad de dedicar tiempo. Si decimos que amamos, debemos estar dispuestos a tomarnos nuestro tiempo y escuchar.

Cuando alguien trata de compartir sus pensamientos y sentimientos, a menudo preferimos enmarcarlos en nuestras reglas y patrones, y evaluar la moralidad de ellos en lugar de escucharlos con una mente abierta. Estamos llenos de prejuicios.

Escuchamos con la impaciencia de responder, así que nunca escuchamos realmente. La verdadera escucha requiere silencio y quietud del corazón y la mente.

 

Aprender a escuchar

La Biblia nos da muchos ejemplos de cómo se logra escuchar verdaderamente. Salomón eligió ser un alma que escucha, siempre atenta a los murmullos del espíritu. Samuel reconoció la voz de Dios y guiado por Elí, exclamó magníficamente: "Habla Señor, tu siervo te escucha". David clamó a Dios: “Déjame conocer tus vías, Señor, enséñame tus senderos”. (Salmo 25.4).

María de Betania a diferencia de su "ocupada" hermana Marta, elige sentarse a los pies de Jesús y escuchar.

Pero Jesús, sobre todo, fue un Maestro de escucha. Escuchaba para entender, ayudar y encontrar soluciones. Estaba dispuesto a dejar de lado todos los sentimientos negativos, resentimientos e incomprensiones, y a dar verdaderamente esa escucha empática con el corazón a todos los que se volvían hacia él.

Escuchó constantemente la voz de Dios y la de su pueblo. Incluso escuchó la súplica del pobre ladrón crucificado con él. El famoso encuentro con los discípulos en el camino a Emaús muestra evidentemente cómo Jesús los escucha, los comprende, luego les explica, los fortalece y los nutre.

La importancia de la escucha en una Iglesia sinodal

La invitación del Papa Francisco a escuchar con el corazón tiene implicaciones aún más profundas para la Iglesia sinodal que él prefigura. De hecho, el llamado a la escucha y al diálogo es una nueva forma de ser Iglesia hoy.

El proceso sinodal consiste precisamente en escuchar las voces de la comunidad católica, las voces de las bases. Sólo escuchando podemos iniciar un verdadero diálogo, resolver conflictos y descubrir el camino común en un espíritu de apertura. Es un paso adelante importante y una invitación para cada uno de nosotros. ¿Y qué debemos hacer de diferente respecto a lo que hacíamos antes si queremos responder a este llamamiento?

La verdadera escucha no es un acto espectacular, su belleza reside en las pequeñas decisiones diarias que se hacen. Escuchar significa prestar atención, cerrar la boca y abrir los oídos para escuchar a Dios y a los demás. Las relaciones, así como el crecimiento espiritual, se construyen en la escucha, tanto de la Palabra de Dios, como en forma de escucha recíproca.

¿Estamos listos para hacer una pausa en silencio para reflexionar y comprender lo que sucede dentro y alrededor de nosotros, y lo que Dios nos está diciendo?

¿Estamos listos para cambiar nuestros puntos de vista e ideas preconcebidas sobre quienes nos rodean? A veces, nuestros mayores prejuicios tienen lugar  en nuestras relaciones más profundas.

¿Estamos dispuestos a escuchar voces diferentes y no solo aquellas que nos hacen sentir cómodos? La verdadera escucha implica abandonar las propias certezas y temores.

¿Estamos dispuestos a escuchar sin juzgar? ¿O como los fariseos tenemos la tendencia a poner en la lista negra a las personas, a cortar los lazos, a excluir a los que nos han lastimado?

Cuando alguien nos escucha genuinamente, nos sentimos animados a hablar. Y cuando podemos escuchar los sentimientos tácitos de las personas detrás de sus palabras, tenemos el poder de sanar. Cuando escuchamos las historias detrás de cada persona con el corazón roto, tenemos el poder de perdonar, liberar y transformar.

Aprender a escuchar

Escuchar siempre significa sintonizar. No es un acto pasivo. Por naturaleza todos somos oyentes selectivos: escuchamos lo que nos atrae; podemos escuchar lo que alguien dice sobre nosotros incluso en una habitación llena de gente; podemos distinguir nuestra melodía favorita sobre el caos de una calle concurrida; podemos escuchar nuestros teléfonos celulares en medio de todo el ruido que nos rodea. Escuchamos porque elegimos hacerlo. Escuchamos porque algo es importante para nosotros, porque vale la pena hacerlo.

Una nueva forma de escuchar

Si aprendo a escuchar con el corazón, descubriré que hay mucho más que puedo escuchar. Tal vez estoy acostumbrado a la charla constante en mi cabeza: mis preocupaciones, mis deseos, mis ambiciones, mis necesidades, mis sentimientos... Pero cuando escucho con el corazón, encuentro un modo para salir de mí mismo.

En esta nueva forma de escuchar con el corazón, aprenderé a escuchar las miles de voces que me rodean y que esperan ser escuchadas, comprendidas y acogidas. Aprenderé a:

Escuchar la Palabra de Dios, la voz y los impulsos del Espíritu Santo con un sentido de fe que nutre y transforma.

Escuchar a mi cónyuge; lo que dice y también las muchas cosas que le cuesta expresar.

Escuchar a los padres mayores cuando es difícil relacionarse con ellos.

Escuchar las voces de los niños con verdadera apertura y comprender cómo ven el mundo.

Escuchando a mis colegas, amigos y feligreses, dejando mis planes, patrones y suposiciones para entender realmente lo que me están tratando de decir.

Escuchar los gritos de angustia de los pobres y marginados de la sociedad, y tal vez también desarrollar la empatía necesaria para interesarme realmente por lo que está sucediendo en su mundo.

Escuchar el grito silencioso de quienes se encuentran en las cárceles, encerrados durante años y sin esperanza de salir; de las personas abandonadas y olvidadas en las residencias de ancianos, sin verdadero contacto humano; de enfermos terminales que sólo esperan la muerte, de pacientes encamados y atrapados en sus propios cuerpos.

Escuchar el clamor de la tierra que cada día es arrasada de mil maneras diferentes, hasta ser turbado y estremecerme.

Escuchar con el oído del corazón no es una respuesta complaciente, sino una respuesta empática y atenta. Es una apertura responsable del corazón, que se permite sentir y tocar, tender la mano y sanar, compartir, cuidar y ayudar a construir la vida de los demás. Es la apertura en nuestro interior para recibir, respetar y aceptar al otro.

Si no somos capaces de escucharnos los unos a los otros, entonces no podremos ni siquiera escuchar a Dios, porque escuchar refleja la Divinidad que está en nosotros y nuestra relación con Dios.

InfoANS

ANS - “Agencia iNfo Salesiana” - es un periódico plurisemanal telemático, órgano de comunicación de la Congregación Salesiana, inscrito en el Registro de la Prensa del Tribunal de Roma, Nº. 153/2007.

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