“Todo este trabajo está coordinado por la diócesis de Kiev-Zhytomyr, dirigida por el obispo salesiano Vitalii Kryvytskyi quien nos pidió ayuda concreta. De hecho todos los camiones llegan completamente cargados”, agrega el padre Andrej Politch, salesiano de la Inspectoría de Cracovia, activo en Ucrania. Este salesiano ilustra algunos detalles de la logística a Michal Krol y al padre Roman Sikon, del equipo salesiano de comunicación que está dando testimonio de la tragedia de la guerra: "En la base del camión ponemos las cajas con comida, porque son las más pesadas, para evitar que rompan las de abajo. Estas cajas ocupan más o menos el 60% de la carga; arriba en cambio van las cajas con los materiales más livianos, como sábanas, bolsas de dormir, medicinas”.
El mensaje de agradecimiento a los salesianos llega de muchas personas. También de Tatiana, una joven refugiada ucraniana que ahora está hospedada desde hace 3 semanas por los salesianos de Cracovia. “Antes que nada, quiero agradecerles de parte de todos los ucranianos que están recibiendo calurosamente aquí –testimonió en una iglesia repleta de fieles-. Es gracias a ustedes que podemos sobrevivir a esta guerra”.
La joven recuerda los terribles momentos de la fuga de su hogar, cuando no sabía qué llevar o qué dejar, y al final tuvo que irse sin siquiera algo de ropa pesada para enfrentar el frío. Hoy, añade, “estamos rezando continuamente para que acabe la guerra y les pido a todos que hagan lo mismo”.
Andre y Rome, de 14 y 15 años, ahora estan hospedados en los salesianos polacos. Solo se conocían de vista en Ucrania, pero la huída de Polonia los volvió casi hermanos: hicieron un viaje de unas 20 horas, 17 personas apretadas en un auto homologado para 7 personas, pero al llegar a la frontera se enteraron de que los hombres no podían salir del país. "Así que tomamos un auto para regresar y otra familia se unió a nosotros, con nuestra madre al volante", recuerda Andre.
Ahora los dos chicos están siempre juntos y van al oratorio "San Juan Bosco" de Varsovia, donde conocieron a otros jóvenes refugiados como ellos y comparten inquietudes, juegos y sueños. “Antes no conocíamos a los salesianos, pero mi madre vio una bandera ucraniana en la puerta y pensó que era un punto de información. Cuando llegó a casa nos dijo que había encontrado un lugar maravilloso que era una gran familia”, le comentó Roma a Alberto López, de “Misiones Salesianas”.
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