El título del mensaje se refiere a la última conversación de Jesús Resucitado con sus discípulos, antes de ascender al Cielo ("Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y serán testigos de mí en Jerusalén, en todo Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra") y el Papa analiza los distintos segmentos de este versículo para ilustrar el fundamento, los fines y las modalidades de acción de cada misionero.
A partir del pasaje central, "Para que sean mis testigos”, el Santo Padre recuerda el vínculo entre todo misionero y el mismo Cristo, "el primer enviado, es decir, el misionero del Padre", "su testigo fiel" y recuerda que la única misión de la Iglesia es precisamente la de dar testimonio de Cristo.
En segundo lugar, el Pontífice subraya la forma plural de la exhortación "Para que sean mis testigos”. Habla de la dimensión eclesial comunitaria de la llamada misionera y expresa el hecho de que ningún misionero actúa solo y en su nombre, sino que en toda circunstancia "realiza un acto de la Iglesia", como señala el Papa Francisco citando a San Pablo VI.
El Papa subraya nuevamente cómo los discípulos son enviados por Jesús al mundo “no solo para llevar a cabo la misión, sino también y sobre todo para vivir la misión; no sólo para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser testigos de Cristo”. En este sentido, Francisco subraya la importancia de la coherencia de vida, porque -citando nuevamente a Pablo VI- "el hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros". Sin embargo, también reitera la centralidad del anuncio explícito: "En la evangelización, por tanto, el ejemplo de vida cristiana y el anuncio de Cristo van de la mano. Uno sirve al otro. Son los dos pulmones con los que toda comunidad debe respirar para ser misionera”.
Pasando al segmento "hasta los confines de la tierra", el Santo Padre destaca "el movimiento geográfico centrífugo, casi en círculos concéntricos, desde Jerusalén a Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra". Esto manifiesta el carácter universal de la Iglesia y de la misión, que da "una bella imagen de la Iglesia en salida"; y al mismo tiempo, subraya que los misioneros "no son enviados para hacer proselitismo, sino para anunciar".
Mirando la realidad social actual, el Papa también observa que cada vez más, debido a la migración, "la presencia de fieles de diversas nacionalidades enriquece el rostro de las parroquias y las hace más universales, más católicas"; y en consecuencia, indica que "la pastoral de los migrantes es una actividad misionera que no debe descuidarse".
Francisco nuevamente señala, cómo "los confines de la tierra" no son sólo geográficos, sino que incluyen siempre "los nuevos horizontes geográficos, sociales, existenciales, hacia los lugares y situaciones humanas de confines", donde se da testimonio del amor de Cristo hacia los hombres y mujeres de todos los pueblos, culturas, estados sociales.
Finalmente, en la última parte del mensaje, el Pontífice destaca dónde el misionero puede sacar energía, fuerza y estímulos. Es la parte dedicada al pasaje “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo”. En efecto, él es siempre el protagonista de la misión, quien supo dar "valor y sabiduría" a los primeros discípulos, que antes eran "débiles, temerosos, cerrados". De ahí la referencia de Francisco a cultivar la vida de oración, "que -quiero recalcar nuevamente- tiene un papel fundamental en la vida misionera".
Y de hecho, al final del mensaje, el Papa da los ejemplos de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de la Obra de la Propagación de la Fe, de la Obra de la Santa Infancia y de la Obra de la misión evangelizadora de San Pedro Apóstol (importantes organismo de apoyo a la misión evangelizadora de la Iglesia, que en 2022 celebrará significativos aniversarios) como realidad que brotó del Espíritu Santo, que "guía a la Iglesia" e "inspira incluso a hombres y mujeres simples para misiones extraordinarias".
El texto completo del Mensaje está disponible en el sitio web de la Santa Sede.