Es triste volver a ver gente buscando sobras de comida en la basura, mendigando afuera de las puertas o en lo semáforos, haciendo cola para recibir algunas donaciones. Hace dos años, había 9 millones de brasileños en esta condición. El número de personas que padecen hambre ha aumentado: ahora son 19 millones. Con la pandemia, ha crecido el desempleo, ha subido el precio de los alimentos y ha aumentado la pobreza. Pero el hambre no es el resultado de la pandemia. Ella simplemente se agravó debido a eso.
El hambre es el resultado de la concentración del rédito. Una minoría concentra la riqueza del país. Para este grupo, no hay mal tiempo. Baste decir que mientras la pobreza crece en el país, las exportaciones y la balanza comercial van muy bien: ¡salud, muchas gracias! Y, además, esta élite se defiende bien, a través de sus representantes en todos los niveles.
Es triste ver en los reportajes, gente haciendo cola en la puerta de la carnicería para recibir un hueso de regalo y así garantizarse algo para comer en casa. Y Más triste aún es darse cuenta de que esta situación de hambre no es un problema para quienes deberían afrontarla o al menos reducirla. Por supuesto, no se trata solo de ayudas económicas: hablo de políticas de empleo, protección de los derechos de los trabajadores, acceso a la tierra y mucho más.
Es en este contexto que muchos grupos, comunidades e instituciones se están moviendo para ayudar a estas familias de alguna manera. A veces es un comedor de beneficencia para los pobres, un almuerzo para llevar, una canasta de alimentos básicos o quizás una ayuda para comprar gasolina. En este momento, cualquier ayuda es bienvenida. Muchos de los que están dando también tienen poco y este gesto es el más noble de todos: compartir. Compartir significa tomar una parte de uno mismo y dársela a los demás.
Es cierto que, en este momento, incluso los que tienen un poco más están abriendo la mano con generosidad. ¡Gracias a Dios! No merecemos ser llamados cristianos si no somos solidarios con los necesitados; ni seremos buenos ciudadanos si nos paramos con los brazos cruzados ante las causas de tanto sufrimiento, de tanta humillación.