Los participantes iniciaron el día conociendo el Kintsugi, el arte japonés de reparar cerámica rota con pintura dorada. Según esta arte, los rastros de fractura y reparación contribuyen a la belleza de un objeto. A partir de esta técnica se comprobó que incluso los seres humanos pueden "curarse", gracias a unas huellas doradas que transforman las cicatrices en algo nuevo, algo más bello. Dentro de las aulas virtuales, luego se razonó juntos a partir de estas preguntas: "¿Cómo podríamos sentirnos si ya no tuviéramos que esconder las grietas de nuestra vida? ¿Es posible considerar la vulnerabilidad como una oportunidad de crecimiento y no solo como una 'debilidad'? "
El mismo Don Bosco ha tenido que afrontar numerosas adversidades y desgracias: la pérdida de su padre a temprana edad, su frágil salud, las resistencias que le llegaban de diversas partes, los problemas económicos, los numerosos ataques hostiles de la prensa... y mucho más. Si bien estos desafíos dejaron cicatrices en Don Bosco, él supo utilizar su propia vulnerabilidad como fortaleza y oportunidad de crecimiento.
Por ello, durante la jornada se observó que la vulnerabilidad puede ser entonces un lugar de nacimiento del amor, de la relación, de la alegría, del coraje, de autenticidad, empatía y creatividad. De esta manera, la vulnerabilidad también puede verse como una fuente de esperanza y el camino hacia una vida espiritual más profunda y significativa.
Por la tarde continuaron las actividades de la jornada, ampliando horizontes y poniendo nuevas preguntas en el centro del debate: “¿Cómo afrontar la propia vulnerabilidad como educador y la vulnerabilidad en los jóvenes? ¿Cómo asegurar una mayor resiliencia en los jóvenes? ”.
Al final del día fue posible extraer lecciones válidas para todos, particularmente en este momento: “La pandemia de Covid-19 ha dejado, sin duda, cicatrices en nuestra sociedad. Todos hemos tenido que afrontar el aislamiento, la falta de contacto social, la pérdida de seres queridos, la incertidumbre ...
Sin embargo, en virtud de este enriquecedor programa, hemos llegado a la esperanzadora conclusión de que, utilizando la propia vulnerabilidad individual y la voluntad de repararse y sanarse, se puede ser fuerte y resilente junto a los jóvenes”, comentó el padre Carlo Loots, Delegado para la Familia Salesiana de la Inspectoría BEN.
“Además, el intercambio con colegas de diferentes países y contextos, incluso online, enriqueció el debate. Vale la pena volver a hacerlo”, concluyó el padre Loots.
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