Después del Concilio Vaticano II, la incomodidad ha crecido en Asia, una tierra de religiones antiguas, grandes culturas y milliones de personas pobres, con respecto a la missio ad gentes vista como un monólogo insensible, con una relación enviado-destinatario, misionero extranjero-pueblo local. En efecto, San Juan Pablo II había lamentado que el cristianismo todavía se considera “extranjero”, ¡aunque Jesús nació en Asia! (Ecclesia in Asia n.2).
A diferencia de los misioneros extranjeros, el creciente número de misioneros en África como en Asia que trabajan ahora en su propio continente, respiran multiculturalismo e interculturalidad desde el nacimiento y tienen experiencia directa de los contextos más pobres. Consideran su actividad misionera menos como un anuncio directo del Evangelio y más como una encarnación de las enseñanzas y de la persona de Jesús a través del testimonio de amor y servicio.
La “missio inter gentes” no se opone, sino que se complementa a la “missio ad gentes”. Lo que distingue a la “missio ad gentes” de la “missio inter gentes” son las dos preposiciones que la preceden y que especifican la actitud hacia las “gentes”. La preposición “ad” indica una actitud que ve al otro como la meta, el punto de llegada, el receptor. Mientras que “inter” indica estar en medio de las personas para establecer una conexión relacional con ellas.
La “missio inter gentes” es una manera de anunciar a Cristo viviendo los valores evangélicos. Ella sostiene que los misioneros sirven con respeto a las personas y comparten humildemente su vida sin ningún rastro de arrogancia o superioridad, como lo hizo Jesús. Las actividades caritativas de los cristianos individuales y de toda la comunidad eclesial reencarnan la imagen de Cristo. Es esta experiencia vivida del cristianismo, a través de la acción del Espíritu Santo, la que podría despertar el deseo de conocer a la persona de Jesús.
La “missio inter gentes” es un enfoque misionero, aplicable en todos los contextos, que ve a las “gentes” no como el objeto de nuestro esfuerzo de conversión, sino como “huéspedes” a quienes podemos ofrecer hospitalidad y “amigos” que, a su vez, pueden acogernos y ofrecernos amistad. Este no es un testimonio silencioso y sin palabras. El evangelio se comparte contando la propia experiencia de fe entre (inter) amigos de otras culturas y religiones y susurrando el evangelio en momentos oportunos e inesperados.
El núcleo de la “missio inter gentes” es el primer anuncio. Por eso, su principal preocupación es promover el primer anuncio y no enseñar doctrinas cristológicas o convertir. La conversión es una llamada interna de Dios y una decisión libre de las personas, ¡no una obra nuestra! Si vivimos nuestra vida en permanente estado de misión, no seremos tímidos cuando el Espíritu Santo nos abra la puerta para proclamar a Jesucristo como el Salvador!
P. Alfred Maravilla, SDB
Consejero General para las Misiones
PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR
- ¿Cómo susurro el evangelio a los jóvenes que me son confiados?
- ¿Cómo nuestro carisma salesiano puede fomentar la “missio inter gentes”?