Llego a ustedes en esta ocasión con el corazón impresionado por lo que pude vivir en torno a la gran fiesta de San Juan Bosco. Fueron muchas cosas, pero yo hoy me quedo con dos comunicados en los que fui solamente testigo (en un caso) y receptor del mensaje (en el otro). Ambos me han hecho sentir que el corazón humano es también muy capaz de grandes y hermosas cosas.
Les cuento. Me encontraba en la noche del 29 de enero de 2021, en Valdocco, en el interior de la Basílica de María Auxiliadora participando en medio de los asistentes, entre los bancos de la Basílica, a la oración y Vigilia de los días precedentes a la fiesta de nuestro amado santo, Padre de la Familia Salesiana.
En dicha Vigilia de oración cuatro jóvenes que habían participado en el encuentro organizado por la Santa Sede bajo el título ‘Economy of Pope Francis’, como jóvenes emprendedores que ven en la economía no un medio para enriquecerse al precio de hacer más pobres a otros, sino con una mirada de justicia y solidaridad. Pues bien, dos de estos jóvenes dieron un testimonio de vida que iba mucho más de la gestión económica. Uno de ellos nos compartió, con gran sensibilidad, que hace dos años perdió a su padre y su madre viuda quiso darle un sentido grande a su vida en memoria de su amado esposo. Para ello, decidió acoger en su casa, juntos con sus hijos, a dos inmigrantes menores de edad que se encuentran en este país (Italia), sin ningún vinculo afectivo y familiar. Este joven emprendedor nos compartió cómo ellos, los hijos, quedaron profundamente impresionados por la decisión y valentía de su madre en el vivir el Evangelio como ella creía que tenia que ser hoy, con rostro y nombres propios.
El segundo testimonio fue el de una joven que además de ser emprendedora en economía, ha decidido ser Tutora de un joven senegalés menor de edad, para ayudarlo en estos años a abrirse camino, crecer, educarse y prepararse para la vida.
Y yo me quedé fuertemente impresionado, porque esto es ‘Evangelio al vivo y sin edulcorantes’. Y significa que también hoy se puede vivir así. Y sin duda que tantísimos de ustedes lo viven así, cada uno a su modo, en lo sencillo, en lo concreto.
Y en esto de narrar lo concreto, quiero ofrecerles otro testimonio que confirma lo que llevo muy grabado a fuego en el corazón. Lo he dicho más veces: en un mundo como el nuestro que, sin duda es muy complejo y con tantos poderes facticos y oscuros, también hemos de dar a conocer el bien que se hace. Don Bosco lo hacía a diario.
Pues bien, hace unos días recibí uno de esos pocos mensajes que llegan en los cuales no se reprochaba nada, o no se hablaba mal de ninguna persona (pues saben que son frecuentes las quejas por doquier…). Por el contrario, es el testimonio de una joven que ha vivido por años en un ambiente salesiano y a ella le ha marcado para bien la vida. Leí su mensaje y me esponjó el corazón, y me dije que tenía que compartirlo con ustedes para escuchar alguna vez algo que también acaricia y no que solamente golpea.
Dice así esta joven:
“Querido Padre Ángel: desde que encontré el modo de poder escribir tuve muchos deseos de poder contarte algunas cosas. Acá, donde vivo, los salesianos son tremendos: amparan ante el desconsuelo, cobijan soledades, siempre encuentran tiempo para la escucha, nos exhortan a creer, a confiar, a esperar contra toda esperanza. Alivian el alma en las horas más amargas y celebran las alegrías como si fueran propias. Créeme padre, no te miento. Toda mi vida estuvo “alumbrada” por el carisma. En una ciudad pequeña (donde se abrió la primera casa salesiana de América), y desde hace unos años, En Rosario, una ciudad grande y bella. Ahí, en la casa San José, trabajo en la escuela y participo en las actividades parroquiales. Sé lo que te digo. Nuestro director, el P. X, se conoce a cada alumno por su nombre. Ha sabido acompañar el dolor de cada uno. Muchos de nuestros chicos están atravesados por historias dolorosas y duras: alumno con leucemia, padres que fallecen, violencia familiar y tantas desgracias. Él se las sabe, y los abraza con el corazón y la palabra. Otro salesiano, X. hace vibrar la Iglesia en cada Eucaristía. El P. X, aunque viejito, se mezcla entre los muchachos contando historias de otros tiempos. En la otra casa salesiana, con el P. X buscamos incansablemente el mejor método para enseñar a los chiquitos de primer grado a iniciarse en la lectoescritura. Son tantos y tantos nombres…
El sábado viajé 1.500 kilómetros en el día para ver al Padre X que está en la casa de salud Zatti para recordarle cuanto se lo quiere y retribuir un poquito todo lo que trabajó por nosotros. Sólo para compartir el almuerzo con él. Y emocionado, entendió que todo había valido la pena. Hay tanta vida puesta al servicio de otros. Salesiano es sinónimo de vivir para los demás. Así los conocemos acá. Así son. Así viven. “Estamos en el mundo para los demás” nos dice siempre el Padre X. parafraseando a Don Bosco. Y sí, será por eso que en los patios de nuestros colegios hay algo en el aire, en la atmósfera de lo invisible que tiene que ver con la alegría, con la esperanza, con la santidad.
Feliz fiesta de Don Bosco querido Rector Mayor. Rezo por vos y en vos por cada salesiano que nos hace sentir que Don Bosco vive, que siempre estuvo y sigue estando. Feliz fiesta de Don Bosco y bendiciones para todos”.
Hasta aquí este precioso testimonio lleno de vida. No digo su nombre para no sonrojarla pero aunque quizá pudiera haber personas que al leerme piensen que estoy haciendo ‘publicidad’, ustedes saben mis amigos que no pretendo nada de esto. Pero por qué silenciar lo que también suena bien, tiene frescura y es la verdad de algunas personas que viven de todo corazón lo que nos han escrito.
Sencillamente les digo: el Valdocco con Don Bosco tenía mucho de lo que esta joven nos cuenta. Qué alegría me da sentir que hay muchas casas que tienen ‘sabor a Valdocco’.
Les deseo todo bien. Que sus corazones estén también ‘esponjados’ y abiertos a la esperanza.