En su misiva dirigida a Aleteia, Valenzuela contó que realizando su constante labor pastoral sintió algunos síntomas de la enfermedad, empezando por la tos y la congestión nasal, siendo aconsejado por su comunidad que debía pedir una cita a su médico de cabecera, que después de verlo le hizo internar en el Hospital Universitario, donde su salud evoluciona favorablemente.
“Este tiempo es para mí una oportunidad magnífica para aceptar la voluntad de Dios. Tengo tiempo para la oración, la contemplación y el contacto virtual. Obedezco a los médicos, descanso y rezó por los enfermos”, señala Edmundo Valenzuela.
Seguí todas las indicaciones médicas: inspección torácica, aislamiento en un cuarto, recibí una batería de medicamentos antioxidantes mediante el suero intravenoso, control frecuente de la sangre y de los signos vitales, etc. La tos desapareció a la tercera noche de internación. Nada de fiebre, ni dolor de cabeza ni de garganta. Sólo un malestar en la espalda, debido a una pequeña infección pulmonar causada por el virus”, relata.
“El primer día, el sábado pedí la sagrada comunión. El domingo y el lunes he celebrado la santa misa en mi cuarto. He rezado cada día el santo rosario, la Liturgia de las Horas. He enviado a mis contactos la información importante recibida de otros, entre ésta, la Palabra de Dios meditada”, describe el arzobispo.
Asimismo, Valenzuela señala que durante los días de internación se tomó el tiempo para responder una gran cantidad de mensajes. “Esto me ha llevado tiempo pero es necesario responder los saludos, las oraciones y los buenos deseos de mejora que ellos me hacían llegar diariamente”, detalló.
El arzobispo del Paraguay señaló que uno de sus experiencias sobre la enfermedad es que el virus es “traicionero” cuando no se lo toma en serio. “Hay quienes fallecieron por no hacerse ver enseguida y tuvieron complicaciones en su enfermedad de base”, advirtió.
El religioso no dejó pasar la oportunidad para agradecer a los médicos que lo atienden. Dijo que se considera un privilegiado al saber que otros no pueden tener las mismas atenciones.
“Esto pone de relieve la grave estructura de injusticia en el campo de la salud, a pesar de todos los nuevos esfuerzos del Ministerio de Salud Pública del país, para privilegiar la atención médica con nuevos centros hospitalarios y el destino de una buena suma de dólares para el caso”, expresó.
En su carta, Edmundo Valenzuela destaca que “por gracia de Dios” a sus 75 años goza de buena salud, lo que le permitía visitar periódicamente las parroquias cercanas y celebrar la Santa Misa.
El obispo explica que antes de sus visitas a las parroquias, acostumbra a mantener reuniones con los sacerdotes encargados, para conversar personalmente con ellos, conocer sobre la realidad de su comunidad e profundizar sobre el estado pastoral de las diferentes sedes religiosas.
“Este encuentro me permitió mayor cercanía a cada sacerdote en clima de mucha confianza y fraternidad. Creo que es uno de los servicios más impactantes para el bien del clero”, destacó.
Valenzuela señaló que realizó esta tarea durante todo el tiempo de la cuarentena por el Covid-19 en Paraguay, lo que significó que esté en contacto con muchas personas, pero siempre tomando en cuenta las medidas sanitarias.
“Nunca tuve miedo de contagiarme. Además, insistía en que la gente supere el miedo al contagio, ya que los medios de comunicación con su bombardeo diario paralizan las mentes de las personas que tienen alguna enfermedad de base y también a los ancianos”, refirió.
Edmundo Valenzuela destacó la importancia de la oración que hicieron por él las personas, familias y comunidades religiosas, así como los diferentes grupos juveniles y los obispos.
“Estoy seguro que ambas realidades, la oración y la profesionalidad médica logran un resultado estupendo. Lo confluyente de ambas acciones, la plegaria y la atención médica indican la necesidad de considerar a la persona humana en todas sus dimensiones: física, psíquica y espiritual. Esa unidad necesita ser sanada. Y es lo que yo experimento en este lugar de silencio, de meditación y de descanso”, reflexionó.
El arzobispo de la Santísima Asunción concluyó su escrito agradeciendo a todas las comunidades su “cercanía, su afecto y sus oraciones”, al igual que al personal de blanco (doctores médicos, enfermeros, enfermeras, personal administrativo y de limpieza)”.
“¡Qué bueno es que en todas partes y para todos los enfermos de esta pandemia se puedan unir ambas acciones, la espiritual y la atención médica! Para mí, es una gracia de Dios que me pone en una situación de privilegio y por tanto de mayor compromiso para con Dios, con la misión episcopal recibida para la evangelización de esta humilde Iglesia particular, de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción”, valoró.
Fuente: Aleteia