Pero ¿cuál puede ser el papel de la escuela para ayudar a los muchachos de Nazaret en su camino de crecimiento? Antes de que el P. Saggiotto empiece desde el lado humano de la educación: “El único muro que puede tener una escuela es conocer personalmente a los chicos - explica - yo solía pararme en las escaleras todos los días y mirar a los chicos a los ojos y saludarlos personalmente. A menudo provienen de situaciones difíciles o conflictos familiares, y el contacto personal con ellos es fundamental para entender quién está en la mayor dificultad y en diálogo abierto. Tenemos casos de niños que han intentado suicidarse o de niñas que han sido víctimas de la violencia, problemas que solo pueden resolverse estando cerca de ellos”.
“Algunos de nuestros exalumnos asisten a las mejores universidades israelíes, especialmente para especializaciones en ingeniería y tecnología. Pero aquí también trabajamos mucho en los valores humanos, en las relaciones entre cristianos y musulmanes y entre cristianos musulmanes y judíos".
En cuanto al oratorio, está abierto solo a los cristianos, sin distinción de ritos, y acoge a unos 80 muchachos mayores de 14 años para las actividades del viernes por la tarde y a unos 200 niños el sábado, animados por jóvenes.
Entre los jóvenes que asisten se encuentra la joven Abir Shajrawi, tiene 24 años, actualmente es estudiante de ciencias médicas en Jerusalén, en su último año de universidad, y tiene entre sus planes continuar sus estudios de medicina y especializarse en el extranjero. “Soy animadora del oratorio, sobre todo con las chicas, en el tiempo que tengo libre - explica - Este centro es mi segundo hogar, lo frecuento desde muy joven. Hoy en día cuando trabajo con niños los veo felices, y esto a su vez me hace feliz”.
Yousef Noufi, de 23 años, asiste a los dos años de Ingeniería Mecánica y ayuda a su tío en la carpintería: “Me ocupo de la actividad de los niños más pequeños en el deporte - dice - estoy comprometido con el oratorio porque cuando era niño recibí amor, respeto y dignidad de los animadores. Y hoy me siento obligado a hacer lo mismo con las nuevas generaciones”.
Donde las divisiones y el miedo generan sospechas, la sonrisa salesiana aún logra hacer pequeños milagros en la vida de los jóvenes.
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