“Prohibido salir y los pocos que podían salir y entrar, incluido el conductor, tenían que desinfectarse y lavarse en la puerta de entrada. De esta manera hemos podido mantenernos sanos hasta ahora, pero no debemos bajar la guardia en absoluto”, explica.
El encierro en el “Bosco Children” estaba organizado de tal manera que los niños estaban ocupados las 24 horas del día: escuela, biblioteca, escuela de informática, deportes, trabajos manuales, proyección de vídeos educativos, concursos de dibujo, estudio de idiomas.
“Con el paso de los días, algunos de los muchachos se sintieron nerviosos y pidieron reunirse con sus familias o parientes cercanos. Después de estar bien informados sobre con quién iban a vivir se les daba permiso. Volverían cuando la emergencia terminara. Los que se fueron también recibieron ayuda financiera, porque, - comentó el sacerdote – las familias de origen son muy pobres”.
Pero la mayoría prefirió quedarse y enfrentar una cuarentena que se convirtió inmediatamente en una oportunidad educativa. Mientras tanto, afuera, el virus estaba creciendo. Después de un mes en el que parecía que el Covid-19 despreciaba a Etiopía, según las estadísticas oficiales del 24 de junio, hubo 75 víctimas y 4.848 contagios. El gobierno decidió no imponer el cierre de la capital, para evitar que la pobreza lleve a la hambruna en los suburbios, pero algunas partes de la metrópoli han quedado aisladas y “lamentablemente hay una gran irresponsabilidad por parte de la gente que no guarda distancia física ni lleva una mascarilla. La policía ha empezado a arrestar y a poner fuertes multas”, añade el salesiano.
“Bosco Children” también está ayudando a los que están afuera. Miles de niños de la calle han sido recogidos por la Policía Federal en grandes centros de asistencia y están siendo asistidos y cuidados por el P. Regazzo.
Pero el signo más fuerte es sin duda la fábrica de mascarillas quirúrgicas instalada en el taller de la sastrería. “Hasta ahora hemos hecho y distribuido unos 15.000 de estas mascarillas. Cada dos o tres días nuestro conductor con el camión lleva a los niños de la calle y a los Centros de Asistencia y a muchos otros pobres que encuentra por el camino. También hemos ayudado a muchachos y chicas que se encuentran en prisión y que están necesitados debido al Covid-19”.
Por: Paolo Viana
Fuente: Avvenire