Según explica, sus contactos en esta red social se organizaron de tal forma que dispusieron de horarios para comentar y alcanzar la nueva cifra. En casi cuatro días su publicación ya tenía los cincuenta mil comentarios.
“Mucha gente se sumó a este reto, su nivel de organización fue espectacular. ¿Por qué no lo hacemos por una buena causa?, les dijo Jeaders a sus amigos y compañeros de universidad: Javier Ayala, Josué Borja, Kevin Cruz, Enrique Presidente, Manuel Amaya, Ángel Díaz, Julio Orellana y Ricardo Merino, todos de la Licenciatura en Diseño Gráfico UDB.
Con ellos inició su nuevo reto: preparar comida y repartirla al equipo de policías, soldados y Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) que se encuentran en las calles trabajando durante la cuarentena. “Esta idea la teníamos desde antes, la mayoría de mis compañeros trabajamos y decidimos destinar parte de nuestro salario para ayudar en esta situación de cuarentena. Tomamos en cuenta este sector de la población porque veíamos que ellos permanecen en el sol, a veces sin comer y entonces estuvimos de acuerdo que fueran ellos a los que queríamos ayudar”
Cuando llegó el día de cumplir con su reto de raparse el cabello, Jeaders realizó una transmisión en vivo. El joven los invitó a unirse para ayudar a las personas que están trabajando por la seguridad del país. La respuesta fue positiva, muchos comenzaron a apoyar económicamente la iniciativa de los muchachos, “las personas nos mandaban dinero… Y cuando reunimos el dinero suficiente, comenzamos a organizar la logística de qué preparar y de cómo íbamos a repartir”.
El jueves de la Semana Santa, Jeaders y sus compañeros recorrieron las principales calles de Soyapango hasta Santa Tecla, entregando alimentos a policías, soldados, cuerpos de agentes metropolitanos y algún indigente que se encontraban por el camino. Fueron alrededor de 400 personas las bendecidas con esta iniciativa.
“Gracias a Dios somos bendecidos. La mayoría de mis compañeros que participamos tenemos trabajo; así que apoyaron. Escuchar palabras como: ¡hey gracias ya tenemos para el almuerzo! o ¡muchas gracias, que Dios me los bendiga! Fueron palabras que me partían el alma. Creo que ha sido la experiencia más bonita que tenido en toda mi vida, realmente quisiera volver a repetirlo”.
Esta iniciativa fue posible a la buena voluntad de estos jóvenes y de los héroes anónimos que apoyaron.