Don Bosco se preparaba para celebrar la misa el Día de la Inmaculada cuando vio cómo el sacristán golpeaba a un joven porque decía que no sabía ayudar en misa. Don Bosco se conmovió y atendió al chico, huérfano y analfabeto de 16 años, surgiendo una amistad gracias a una simple frase: “¿Sabes silbar?”
El fundador de los Salesianos empezó con Bartolomé Garelli una nueva pedagogía educativa que sigue vigente hoy en día: “No con golpes, sino con amor”. Después de la misa rezaron juntos un avemaría y, terminada la primera lección, Don Bosco le hizo prometer al joven que regresaría el domingo siguiente con otros amigos. Bartolomé cumplió lo prometido y regresó una semana después con una decena de jóvenes, casi todos albañiles como él.
Ese momento, el 8 de diciembre de 1841, marca el inicio del Sistema Preventivo de Don Bosco; una pedagogía de la enseñanza en la que se pretende sacar a los jóvenes más necesitados de las calles y enseñarles un oficio poniendo en valor la bondad y sus capacidades.
La devoción al Corazón Inmaculado de María siempre estuvo presente en la vida de Don Bosco, antes incluso de que el Papa Pío IX proclamara el dogma de la Inmaculada en 1854. Tanto era así que quiso honrar a la Virgen que soñó a los 9 años con dos títulos que tenían que ver con su carisma y su misión con los jóvenes más desfavorecidos: Inmaculada y Auxiliadora.
En sus Memorias Biográficas Don Bosco recuerda que “todas las bendiciones que nos han llovido del cielo son fruto del Avemaría rezada con fervor y recta intención junto con el joven Bartolomé Garelli”. Precisamente un 8 de diciembre de 1885, el fundador de los Salesianos manifestó que “de todo somos deudores a María porque todas nuestras cosas más grandes tuvieron principio y cumplimiento el Día de la Inmaculada”.
Fuente: Misiones Salesianas