“Soy el primero de nueve hijos y el único de la familia en ser sacerdote – explica – Me enamoré del carisma, de la misión y del trabajo que los Salesianos, siguiendo el espíritu de Don Bosco que viven y transmiten a los jóvenes. Desde muy niño he asistido al Oratorio Salesiano, precisamente porque había una comunidad en mi ciudad natal, Ngozi, y ahí es donde nació mi vocación”.
La crisis política de los últimos años ha causado graves daños al país; alrededor del 70% de la población de Burundi vive por debajo del umbral de la pobreza, y como resultado, han aumentado las tensiones sociales y económicas.
Por esta razón, los salesianos han aumentado su compromiso con los jóvenes al igual que Don Bosco. En el centro de Rukago, donde el P. Jean Paul es Director y Párroco, el Oratorio y la Parroquia están abiertos todos los días, incluyendo los domingos. Se organizan actividades deportivas, culturales y de asociacionismo para los numerosos muchachos que asisten a nuestros espacios.
“235 estudiantes asisten a nuestro centro de formación profesional, 222 niños y 11 niñas - explica el salesiano –En el centro Don Bosco se ofrecen cursos de mecánica, carpintería, soldadura y construcción en un horario que de 8 hasta la 14 horas. Además del estudio, dedican su tiempo para actividades tradicionales como ofrecer el catecismo y los deportes”.
La gente del lugar es pobres, pero la fe es fuerte. “Un promedio de 60.000 personas son los fieles que asisten a las parroquias y al oratorio. Llegan de siete pueblos de alrededor de Rukago, lo más cercano está a unos 9 km. Cada domingo celebran por lo menos 7 Eucaristía”.
El P. Jean Paul y los salesianos, siguen luchando por el bien de la población, con el fin de aumentar las oportunidades futuras de empleo para los jóvenes de Burundi.
