La vocación misionera es una consecuencia y un desarrollo de mi vocación salesiana y sacerdotal. Las “voces” provocadoras de los testimonios y las lecturas de Misioneros en el período de mi adolescencia, confirmaron la vastedad de los confines de la Iglesia y la identidad de su naturaleza como “fermento” del Mundo. El inicio del Proyecto África fue ciertamente la oportunidad de esta toma de conciencia. Una de las motivaciones fue compartir la felicidad de que todos vivan la Dignidad de Hijos de Dios que es Nuestro Padre (dignidad que implica y da significado a todos los derechos humanos).
Recuerdo que, a los 40 años, cuando de Italia pasé a vivir al África Subsahariana, sentí la dificultad de comunicarme y de relacionarme con personas de un mundo nuevo. Ya era difícil entender la lengua, y más difícil entender y aceptar el nuevo modo de concebir la vida y la muerte, el papel y la importancia del anciano en la vida de la sociedad, del adulto, del joven, colaborar en las maneras y sistemas de educar las nuevas generaciones… Tener que aceptarme como uno que no sabe y que debe aprender muchas cosas… Tener que ser paciente conmigo mismo y esperar mucho tiempo antes de aprender algo y cómo hacerlo.
Pero esto me ha ayudado a entender que un aspecto importante de la misión es no tanto el hacer, sino el amor necesario que tenemos que poner en las relaciones.
Tengo que dar gracias a Dios que ha sembrado tantas alegrías en mi vida…
Considerando cómo han pasado los 68 años de mi vida, debo decir que nunca habría pensado para mí proyectos de vocación misionera como los que he tenido que vivir. Nunca habría pensado llegar a horizontes tan vastos, a compartir la vida con tantas personas y pueblos, a desempeñar el ministerio sacerdotal en ambientes y culturas tan variadas como las que me ha ofrecido la vida misionera.
Otra alegría que me ha proporcionado la misión, es algo parecido a lo que experimentan los padres cuando ven que los hijos consiguen triunfar en la vida, al alcanzar los valores que han buscado. La misión de Onitsha (misión que la Inspectoría Adriática - mi Inspectoría de origen- comenzó, y en la que trabajo desde hace 22 años) engendró unos 40 salesianos, dos de los cuales realizaron la petición misionera “ad gentes”. En Onitsha nació el primer grupo de Antiguos Alumnos y Alumnas de Don Bosco de Nigeria, el primer Voluntario con Don Bosco de África…
Vivamos convencidos de lo que el Señor nos ha dicho: “Yo estoy con vosotros…” y conscientes de que nos llama a colaborar con Él para ser la vida, el alma y la alegría del mundo. La vida misionera consiste en darse para que Él pueda ser el Emanuel: “Dios con nosotros”.