Hola Ephrem, preséntate…
Me llamo Ephrem Kisenga Mwangwa, SDB, soy de la República Democrática del Congo, de la Inspectoría “María Santísima Asunta” (AFC) y soy sacerdote desde hace ocho años.
¿Qué te inspiró a elegir convertirte en misionero?
Lo que me impulsó a ser misionero fue la propia Congregación, ofreciéndome una experiencia misionera dos veces en ocho años; luego me enamoré de la misión: es como si de alguna manera hubiera sentido una llamada de parte de Dios, porque los superiores me eligieron solo a mí, a pesar de tener muchas otras personas entre las que elegir. Pensé que no era una casualidad, podía ser la llamada del Señor, podía ser mi destino.
¿Estás contento con el lugar al que fuiste destinado? ¿Aún tienes miedos o preocupaciones?
Sí, estoy contento con la asignación hecha por los superiores, mi único temor no está relacionado con la misión a la que estoy destinado, sino con toda mi vida. Mi miedo es no estar a la altura de mis hermanos y de la gente, especialmente de los jóvenes. Y mi temor final es perder la fe si me ponen a prueba más allá de mis fuerzas, de mi esfuerzo, aunque espero que eso no ocurra.
¿Cómo reaccionaron los miembros de tu familia, amigos y hermanos cuando les hablaste de tu vocación misionera?
Hubo diversas reacciones: la primera fue el asombro de algunos hermanos que no conocían mi proyecto de convertirme en misionero ad vitam. Mi madre y mi padre solo dijeron que lo más importante es la salud, después de todo, ya están acostumbrados a mi ausencia en casa desde hace tres décadas, porque dejé mi hogar cuando tenía catorce años.
¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
Mis planes y sueños para mi vida misionera son ser más útil a las personas a las que seré enviado de manera concreta, entrando en la lógica de la Inspectoría y de la comunidad en la que estaré inserto.
¿Tienes en mente algún modelo de gran misionero cuyo estilo de vida te gustaría seguir?
Hay algunos misioneros que me han inspirado mucho, sobre todo los misioneros humildes como el Padre Lanfranco Fedrigotti, el Padre Johannes Kiesling, el Padre Mario Valente, el Padre Odon d’Hose, el Padre Alphonse Shifwe, el Padre Joseph Tata Kaswakala... son muchos. La humildad es una virtud que me gusta en la persona del misionero.
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes sobre la elección y la vocación misionera?
Queridos jóvenes, hay algo muy importante en la vida que es dar, y cuando damos, damos lo mejor. No hay nadie que pueda decir “no tengo nada que dar”, todos tenemos algo que dar y debemos seguir el ejemplo de Jesús, quien nos lo dio todo, incluida su preciosa Madre y su Padre, para entregarse a nosotros.