"En un mundo en el que se quiere eliminar el sufrimiento humano, y con la eutanasia se corre incluso el riesgo de eliminar la posibilidad de una intervención milagrosa, es necesario educar para desarrollar una sensibilidad hacia la oración y la confianza en la intercesión de los santos", se afirmó en uno de los grupos de trabajo a primera hora de la tarde.
"No hay que olvidar el impacto pastoral de la santidad: el milagro es una manifestación de lo divino, y para el hombre desilusionado de hoy, los santos son modelos accesibles: por eso pueden ser canales importantes para la nueva evangelización", señaló por su parte una de las participantes en el seminario.
Con percepciones como éstas -y muchas más-, el debate en grupos y la posterior asamblea plenaria trataron de aprovechar los informes escuchados en los últimos días y proyectarse ya con vistas a un compromiso posterior para dar un nuevo impulso a sus causas.
La intervención posterior de la colaboradora de la Familia Salesiana de la Postulación General, Dra. Lodovica Maria Zanet, por su parte, dio el justo complemento a esta primera moción, recordando a todos que por muchos esfuerzos humanos que se hagan, es siempre el "Espíritu Santo quien forma a los santos".
Con una serie de imágenes poéticas y evocadoras y un informe repleto de citas fascinantes, la Dra. Zanet esbozó algunas de las acciones portentosas que el Espíritu realiza en los santos, que se convierten entonces para los vicepostuladores y promotores de las Causas en las claves de la santidad que hay que investigar y sacar a la luz: la docilidad, la pobreza humana fortalecida por la acción divina (con la cautela de no ocultar faltas y defectos para no esconder la grandeza de la misericordia divina), la fecundidad espiritual que marca la vida del santo, la unidad de su persona, la integridad del amor hacia Dios y hacia los hermanos, la humildad y la mansedumbre, el atractivo y la capacidad de cultivar una nueva santidad, siendo capaces de dar testimonio de una palabra de verdad siempre actual...
Miembros valiosos de un solo cuerpo, flores multicolores de un solo jardín, estrellas luminosas que iluminan la inmensidad de las galaxias, fachadas de catedrales que invitan a entrar en su interior, humildes llamitas capaces, sin embargo, de encender grandes velas: puede haber mil y más imágenes para representar a los santos y cada uno puede encontrar la que mejor le corresponda, pero el Espíritu que estuvo en el origen y en la culminación de su camino de santidad es único.
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