A primera hora de la tarde, los participantes en el seminario salieron a seguir a los santos como peregrinos y, aprovechando las infinitas posibilidades que tienen los lugares de Valdocco para "hablar" a los hombres y mujeres de hoy, pudieron descubrir o redescubrir diversas dimensiones de la santidad salesiana.
En la Capilla de las Reliquias vieron y tocaron los restos mortales de aquellos que vivieron el Evangelio sine glossa; observaron los patios de la Casa Madre Salesiana como lugares de santificación cotidiana; en la Iglesia de San Francisco de Sales exploraron la riqueza espiritual que marcó el primer Oratorio de Don Bosco; en la Capilla de las Hijas de María Auxiliadora sintieron el perfume que el toque femenino añadió al carisma salesiano; en la capilla de la fuente de la Basílica de María Auxiliadora se remontaron a la raíz bautismal de toda santidad; conmemoraron el fuego misionero de la Familia Salesiana frente al púlpito de la basílica, desde el que Don Bosco bendijo la Primera Expedición Misionera; contemplando el cuadro del Sagrado Corazón comprendieron cómo Jesús y María Auxiliadora siguen invitando a grandes obras también hoy; y en la oración conclusiva ante los restos de Don Bosco celebraron la grandeza de Dios que tantas gracias concedió sirviéndose del humilde muchacho de los Becchi.
La siguiente intervención, a cargo de Sor Francesca Caggiano, Hija de María Auxiliadora -también animadora principal de los momentos de oración y liturgias-, se centró en cambio en los elementos de la fama de santidad y los signos. "La fama, cuando es auténtica, es como un imán: atrae por sí misma y orienta hacia la santidad, hace resurgir en el corazón humano las huellas cubiertas de polvo de la propia semejanza con Dios y de la propia tendencia hacia Él", observó.
A continuación, recordó que la búsqueda de la santidad de los demás no puede realizarse sin un camino personal de búsqueda de la propia santidad: de lo contrario, sin el soplo del Espíritu, el postulador (o vice) se convierte en un experto en cuestiones "jurídicas", en lugar de un "pneumatóforo" (portador del Espíritu Santo).
A continuación puso ejemplos de casos claros en la Familia Salesiana: la fama de santidad de Felice Canelli, sacerdote diocesano y Salesiano Cooperador, atestiguada por numerosos documentos de diversa índole; la de Rosetta Marchese, Séptima Madre General del Instituto de las FMA, cuya fama de santidad ha encontrado nuevo vigor en la confirmación de su profunda unión espiritual con Jesús Eucaristía; y la del P. Silvio Galli, SDB, en quien la apertura de la Causa es solicitada por todo un pueblo de Dios que ha reportado más de 10.000 gracias, oraciones, favores y peticiones.
Por último, la religiosa salesiana subrayó los desafíos actuales en la búsqueda de la fama de santidad, que se encuentran, ante todo, en la mirada horizontal y carente de trascendencia que caracteriza a muchas sociedades modernas. Lejos de caer en un pesimismo vacío, Sor Caggiano exhortó, sin embargo, a responder a este clima cultural con una renovada atención a las gracias que Dios sigue obrando en medio de la indiferencia de tantos, y renovó la invitación a recurrir a la genuinidad de la propia espiritualidad para saber transmitir a los hombres y mujeres de hoy esa "nostalgia de Dios" que todavía es capaz de ganar almas.
Una tarde tan estimulante requería una doble elaboración de los contenidos, primero en pequeños grupos y luego en una puesta en común plenaria.
La visita vespertina a la Casa Museo Don Bosco cerró el círculo de este segundo día en la "Ronda de los Santos".
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