Por P. Gianni Caputa, SDB
A lo largo de su vida, el Papa Pablo VI siempre mostró un fuerte afecto por la Familia Salesiana. El papa del Santo Padre Pablo VI, el Sr. Giorgio Montini tuvo una gran devoción por Don Bosco y junto al escritorio tenía la foto de Don Bosco con una inscripción: “En la muerte recogeremos los fruto de las buenas obras”. “Es un dicho de Don Bosco, que me quedó grabado textualmente en mi corazón”, dijo el Santo Padre en la audiencia y en el saludo a los salesianos del Capítulo General el 26 de enero de 1978.
La visita que realizaba a los salesianos fue asidua desde la juventud. Fue un salesiano, el P. Antonio Cojazzi, quien hizo madurar la vocación salesiana y misionera de un primo del futuro Papa; durante su breve servicio (junio-octubre de 1923) como empleado de la Nunciatura en Varsovia. El P. Montini admiró el trabajo de los salesianos en esa tierra, fue a Oswiecim para la inauguración de una escuela salesiana y se detuvo en Cracovia con los salesianos y conoció la futura parroquia de Karol Wojtyla. En Roma tuvo relaciones cordiales con los salesianos en la Santa Sede y con algunas comunidades de los “Castelli Romano” y compartió la alegría por la beatificación de Don Bosco en 1929 y la canonización del Santo de los jóvenes en 1934.
En el servicio en la Secretaría de Estado del Vaticano, apoyó directamente el trabajo de la Familia Salesiana Romana en favor de los menores necesitados, particularmente a través del “Borgo Ragazzi Don Bosco”. Como arzobispo de Milán, tuvo la misma predilección por los jóvenes de la obra “San Agustín” y de las Hijas de María Auxiliadora presentes en el lugar. A los Salesianos de Don Bosco les encomendó el reformatorio juvenil de Arese. Este reformatorio era una tarea ardua, pero se la dio a ellos, confiando en que serían capaces de recuperar a aquellos jóvenes en riesgo.
Como Papa, pudo medir las dimensiones globales del trabajo salesiano, determinar la relevancia del método salesiano para las necesidades de los jóvenes y cultivar relaciones con salesianos activos en la curia.
En 1978 se dirigió a los salesianos del XXI Capítulo general: “Sean bendecidos... Llénense de las gracias que el Señor les desea lo mejor... ¡Sean verdaderamente salesianos! Entre las muchas reuniones nos conmueve de una manera especial y nos da la alegría y esperanza que la Iglesia de hoy sea verdaderamente la Iglesia de Don Bosco, una Iglesia viva”